Durante mas de cinco horas el recinto de sesiones del Concejo Municipal de la ciudad de Rosario fue la sede de la audiencia pública sobre la modificación de la ordenanza Nº 7.218 respecto a eventos y espectáculos públicos.
Presidió la reunión, en un recinto colmado de vecinos, la presidenta del Concejo Municipal, María Eugenia Schmuck, a quien acompañaron en el estrado la presidenta de la comisión de Gobierno, Julia Eva Irigoitia, del bloque Justicialista, y la edila María Fernanda Gigliani, de Iniciativa Popular, quien propuso la realización de la audiencia pública.
Al dar la bienvenida la presidenta del Concejo, Schmuck, destacó la intención de “escucharlos y escucharlas” y a partir de ello “contar con un insumo fundamental” para los ediles.
Destacó la transmisión de la audiencia vía streaming, que quedará grabado y también resaltó la importancia de tener “a todos los actores juntos, en un mismo lugar, la casa de todos los rosarinos”, más allá “de reuniones formales e informales” que hayan mantenido los ediles.
Participaron del encuentro los concejales Lucas Raspall, Mariano Roca y Nadia Amalevi, de Arriba Rosario; Leonardo Caruana, del Frente Amplio por la Soberanía; Hernán Calatayud y Marisol Bracco, de Volver a Rosario; Ana Laura Martínez y Carlos Cardozo, del Pro; María Fernanda Rey y Lisandro Cavatorta, del bloque Justicialista; Caren Tepp y Juan Monteverde, de Ciudad Futura; Anahí Schibelbein, del bloque Radical; Manuel Sciutto, Alicia Pino, Federico Lifschitz y Verónica Irizar, de la bancada Socialista; Mariano Roca, de Justicia Social, y Franco Volpe, de Vida y Libertad.
De inmediato quien estuvo a cargo de la coordinación del debate, el director de relaciones institucionales del Concejo, Guillermo Lacroix, precisó los lineamientos del mismo, y respecto al tiempo con que contó cada expositor, 5 minutos.
Los expositores
Abrió la reunión Joaquín Parcel, dedicado a la gastronomía y organización de eventos, quien dijo que “así no va más” respecto a la noche en la ciudad, para señalar que “era divertida y alegre día y noche” y consideró que debe ser “la punta de lanza para más cambios”.
Entre otros aspectos defendió la existencia de las islas callejeras en locales gastronómicos.
Por su parte Joaquín Carvalho, señaló que “cualquier debate debe darse de cara a la ciudadanía” para precisar que “no es una discusión menor” y “en buena hora que llegó”.
Planteó que venía a exponer “desde el lugar del ciudadano, del consumidor”. Asimismo mencionó que “este espacio tiene que seguir manteniéndose, dado que es un gran avance”.
Guillermo Puyó, comerciante de los rubros, confiterías, bares y restaurantes, marcó que “celebro el momento de discutir”, para considerar que se lo saca de la marginalidad.
Mencionó que “todos trabajamos en la semana y hay cada vez menos espacios de diversión”. Sostuvo que “tengo bastante tiempo en esto y es la primera vez que estamos tan cerca” de una modificación de la normativa.
Indicó que “hay personas con miedo a invertir”, por lo que planteó la necesidad de “levantar la vara”. Por último sostuvo que “las personas necesitan salir, distraerse”.
A su turno Sebastián Matheus, arquitecto y gestor cultural, mencionó que “el esparcimiento tiene que ver con la cultura, hace a la identidad ciudadana”
Planteó que “el tema de los 300 metros cuadrados es un tema arbitrario. Sólo contempla a las grandes empresas, no a las pequeñas y medianas empresas (pymes), y minipymes, empresas familiares. No se puede sin espacios chicos. Tiene que ser plural e inclusiva” para marcar que “no ser inclusiva es dejar afuera a un montón de gente”.
Finalmente dijo que “es preferible más gente en la calle a todo horario y no más efectivos policiales”.
Una vecina de Montevideo e Italia, Roxana Huergo, dijo que vive en esa intersección hace más de 30 años y que hace más de 20 que bajo su propiedad hay locales gastronómicos “de todo tipo, bares, restaurantes, con los ruidos molestos y los olores”.
Acotó que “de martes a domingos hay 150 personas en la vereda y otros 150 adentro”. Destacó que “hice todo tipo de denuncias” y pidió “poder llegar a un acuerdo para poder convivir”.
Fue luego el turno de Sergio Spagnolo, empresario, quien recordó que “la ordenanza Nº 7.218, puso blanco sobre negro” para recordar que en ese momento en el micro y macrocentro de la ciudad había entre 25 y 30 boliches.
Mencionó que había sido un “defensor de la 7.218, una ordenanza que establecía una de las mejores nocturnidades del país, hoy es momento de cambiar” para plantear “cuatro ejes: jóvenes, empresarios, Estado y vecinos”.
Estimó que “hoy se está equilibrado, a pesar de la gran crisis económica y la crisis de seguridad inédita”.
Sobre las fiestas clandestinas pidió “aplicar el protocolo que implementó un gran gobernador, Miguel Lifschitz. A partir de eso se terminaron las fiestas clandestinas”.
Cipriano Ramezón, de Distrito 7, dijo que “se habla mucho de locales gastronómicos, pero no de centros culturales, que es el motor de la cultura de la ciudad”.
Planteó que “siempre se fomentó la cultura, hoy no se está viendo esa ciudad. No se fomenta a los espectáculos autogestivos. Nos quedamos cortos con los artistas locales” y pidió “pensar la ciudad en su integralidad” y en ello incluyó a “la seguridad y el transporte”.
Otros oradores
Carlos Mellano, representante de la Asociación Empresaria Hotelero Gastronómica y Afines de Rosario, estimó que “en un primer análisis” sobre la normativa en discusión “es bueno” y resaltó la necesidad de la modificación a 20 años de la ordenanza actualmente vigente.
Pidió que fuera “taxativa” en cuanto a qué deben inspeccionar quienes controlan, dado que “la discrecionalidades un detalle no menor”. Asimismo requirió que las denuncias que se presenten no sean anónimas, que se sepa quién las formula.
De igual modo consignó la necesidad que “las habilitaciones que duran 5 ó 10 años, se renueven automáticamente”.
Más adelante Paula Sánchez Herrero, presidenta de la Vecinal Ernesto Sábato, de la zona céntrica, y sostuvo preocupación “porque no haya actividad en el centro” pero sostuvo que “no hay seguridad y los bares cierran a las 19”.
Hizo luego referencia al tema de los decibeles, y en tal sentido dijo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre 100 y 104, “pero a partir de los 15 minutos ya no es seguro”.
También aludió al caso de la ciudad de Mar del Plata que en la zona de Playa Grande concentra los lugares de diversión nocturna, para plantear la necesidad de “polos de nocturnidad”. Requirió se “legisle con coherencia” para finalmente sostener que “o ponen la diversión en el centro y mudan a los vecinos”.
Marcos Quesada, vecino de Pichincha, dijo que vive en Alvear entre Brown y Güemes y que en su cuadra “hay 6, 7 bares y un boliche al lado”. “Yo sigo sin dormir. No quiero que se vayan, sino convivir”, planteó.
Dijo que frente a su domicilio hay una isla de un comercio. “No se puede vivir así”, enfatizó.
También denunció que “ya sacaron 3 árboles, pero que no le importa a nadie”.
Omar Navone, de una confitería bailable, sostuvo que “es un sector que está muy golpeado” para estimar que “la noche está ordenada”.
Sostuvo que “una confitería bailable es fuente de trabajo y de alegría”.
Gustavo Fernández, titular de tres espacios bailables y un bar cultural, destacó la “baja de la noche por la crisis económica” para pedir para la zona de Pichincha y el centro “mayor presencia policial”.
Reclamó “poder seguir trabajando y abrir espacios nuevos” para pedir que “se tenga consideración por los espacios menores a 300 metros cuadrados”. Destacó asimismo la “instancia superadora de la mediación.
Lucas Canalda, periodista, gestor cultural y editor, dijo que “celebra la invitación.. Nací y vivo en Rosario. Habito el circuito cultural desde los 15 años”..
Sostuvo que “desde los 90 siento un estancamiento y retroceso continuo. No se menciona cultura ni una propuesta por la diversidad”.
Estimó que “Rosario atada a discursos erróneos y hoy día, aparentemente, no hay salidas para la gente que trabaja en lo cultural, excepto en la Municipalidad, la provincia o la Universidad Nacional de Rosario”.
También sostuvo que: “Seguimos celebrando discursos y hechos del pasado. Artistas y escritores de hace 20 años. Me parece importante, pensar porqué hoy los jóvenes se van a estudiar a Córdoba. Porque Rosario es caro, inseguro, no hay diversión. Rosario dejó de ser la ciudad universitaria elegida.
«Por qué se piensa que es una guerra contra los vecinos, también yo soy vecino. Los artistas también son vecinos. No estamos enquistados contra nadie.
«¿Qué pasa con los artistas o trabajadores culturales que hoy están haciendo acá? Hoy todos estamos necesitando habitar la calle y recuperar la calle”, concluyó.
Guillermo Caminos, artista, disc jockey y productor de música electrónica, mencionó que “fuera de la ciudad, todos reconocen el potencial de los artistas rosarinos y se imaginan la movida que hay aquí pero no es la realidad”.
“Vivimos muchos escollos –continuó-, lugares que han cerrado y otros que les han hecho cambiar la música porque hay una estigmatización de nuestra música”.
Por último dijo que “proponemos una campaña de concientización con la gente que sale, personas que reparten flyers pues quienes concurren a los boliches deben tener herramientas y conocimientos para saber qué y cómo moverse en la diversión y así no molestar a los vecinos”.
En su intervención, Daniela Veresi, vecina y trabajadora cultural, expresó que “se habla mucho de comercial y poco cultural”. Aseveró que la normativa “está obsoleta, no contempla temas culturales”. Indicó que “actualmente se clausuran espacios en forma arbitraria, como forma de censura”.
Reclamó “herramientas para la cultura” y en tal sentido planteó un “registro accesible para pequeños espacios” y que “no haya burocracias inútiles”.
Julia Cadoche, comunicadora y gestora cultural, expresó su sorpresa que “se hable si se baila o no se baila” y precisó que “el Estado se corrió de su rol”.
Recordó que “Rosario históricamente fue un polo cultural” para marcar que “no hay cultura por fuera de los bulevares, Avellaneda, 27 de Febrero”. Destacó la necesidad de recuperar espacios y consignó que “los viernes a las 9 de la noche la ciudad está completamente desierta”.
Ayelén Navone, empresaria del rubro y presidenta del Paseo Cafferata, destacó que “todos los incovenientes suceden no adentro de los locales, sino afuera” y en tal sentido indicó, como ejemplo una pelea reciente entre cuidacoches en la que se rompió un auto y dos locales comerciales.
También marcó como “un tema muy grave el de las fiestas clandestinas”.
Ana Tombolini y Paloma Gallardo, gestoras culturales, aludieron al “evidente fracaso de la ordenanza actual”, reclamó un “fomento de la actividad cultural” y respecto a una “red de espacios diversos”.
Edgardo Orellano, de la Asociación “Carlos ‘Bocacha’ Orellano”, recordó que era familiar –el padre- de una víctima, “Bocacha” Orellano, y mencionó que “el piso de ‘Ming’ era de fenólicos y caños, todo material no ignífugo, prohibido desde ‘Cromagnon’.
De igual modo solicitó que “se tenga a los empleados en blanco” y respecto a los “patovicas” o personal de seguridad que “hagan cursos de derechos humanos, de primeros auxilios”. E insistió “no cualquiera puede ser patovica”.
Requirió que “haya algún lugar donde se los prepare” y que en los boliches haya cámaras adentro y afuera, incluyendo en los baños y en la barra.
También planteó que “al realizarse inspecciones vayan acompañados por alguna organización no gubernamental (ONG)”.
Marcelo Montero, padre de adolescentes, planteó que “se podría bajar la música en los últimos 30 minutos para que al salir se evite hablar fuerte” y como ejemplo indicó que “en los casamientos o los cumpleaños de 15 no se sale a los alaridos”.
Mientras que Pablo Piñeiro, productor de eventos, requirió la posibilidad de “que se habiliten lugares grandes que no molesten a los vecinos, en los que se puedan realizar actividades, con ambulancias, en los que haya estacionamiento”.
Raúl Willy Kramp, vecino de Pichincha, dijo que “es el mismo problema, nunca puedo dormir. Descansar y dormir”. Recordó que había hecho reclamos en las intendencias de Miguel Lifschitz, de Mónica Fein y con el actual Pablo Javkin.
Mencionó que en su zona se encuentran diversos locales, en los que “salen 250 personas al mismo tiempo, cantando, gritando, dando vuelta volquetes”.
Requirió que “se haga cumplir la ordenanza”.
Eleonora López, vecina del Centro Cultural Refi, reclamó por la actuación de bandas de rock pesado. Dijo que ante “un pedido me propusieron insonorizar mi pieza. Es un galpón, un tinglado”.
Pidió hacer “algún tipo de controles” y que “se tengan en cuenta estas cosas, si es un galpón no podrán tocar bandas”.
Mientras que Roberto, también vecino de la zona pidió que “se hagan los controles, queremos tener tranquilidad”.
La ex concejala y ex diputada provincial Mónica Peralta consideró que “esta ordenanza lleva ya mucho tiempo de discusión”. Y precisó que participaba desde “Impulso para mejorar”, propuesta ciudadana
“La ordenanza es un buen trabajo y con mucho potencial pero no podemos limitar la discusión al horario de cierre, con el metro cuadrado”, sostuvo.
Dijo también que “tenemos que tener en cuenta cómo nos movemos hoy pero no sólo en el centro sino en todos los barrios de la ciudad”.
“Hoy, muchos jóvenes no salen, se quedan en sus barrios porque no tienen lugar donde ir la ciudad tiene que estar pensada para que todos podamos tener esparcimiento”, continuó.
También agregó que “luego de la pandemia, ha costado recuperar espacios culturales, queremos adecuar los horarios a las propuestas y no, las propuestas a los horarios. Proponemos que haya propuestas para todos los sectores, para todos los ingresos y armar circuitos culturales”.
Flor del Alba Cruz, presidenta de la Federación Universitaria de Rosario (FUR), pidió “poner énfasis en la importancia de que en Rosario exista una Universidad y que ponga en contracara lo que pasa a nivel nacional”.
Señaló: “Hoy se proponen nuevos desafíos y necesitamos una legislación que responda a los desafíos que se ofrecen a los juventudes.
“Esta legislación ofrece reglas claras y contundentes, importante para construir nuevos espacios y fortalecer nuestra ciudad. Condiciones claras para poder avanzar como ciudad.
“Cuenten con la FUR para sentarnos a pensar actitudes y proyectos. La cultura la hacemos todos y las propuestas deben ser pensadas por toda la comunidad.
Reinaldo Bacigalupo indicó que “Me molesta la frase ‘Esto no se puede’, cuando Rosario tiene todo para ser la ciudad pujante y moderna donde se respete al vecino y al mismo tiempo, se pueda ser un polo de ofertas y actividades.
“Apelando a la buena voluntad de todos, podemos avanzar en una legislación, una normativa que nos permita recuperar el orgullo de ser rosarinos.
Apelando a la rosarinidad, propongo que vayamos para el mismo lado, avancemos con esto y vayamos a poner a Rosario, donde se lo merece.
Martín Romagnoli, del equipo de gestión de Capitán, Jaguar House, Tortugas Ninja, Nasty Rock, entre otros: “Me alegra que el debate ya no sea si se puede o no bailar, y que el enfoque sea insonorización y convivencia. Lograr esta ordenanza le permite a Rosario expandir su potencial, volver a soñar, volver a ser un faro de la cultura, y tener mayor atractivo turístico”.
“El rosarino sabe que se necesitan pequeños y medianos espacios para el desarrollo de artistas. Mendoza, BA, Córdoba, hace rato han reformado sus ordenanzas y tienen el rumbo correcto, por eso esas ciudad se llenan y la nuestra está vacía”.
“El rosarino necesita saber que Rosario cambió. Al rosarino se le hace más seguro cerrar a las 6 de la mañana, con más luz, desalienta las fiestas clandestinas y los after”.
Leandro Lopérgolo, secretario de Desarrollo Productivo de la Municipalidad de Rosario, apoyó la propuesta de ordenanza, por considerarlo un paso significativo en la ciudad, con impacto directo en la economía y en lo productivo, que traería mejoras en 1443 locales, en un ámbito en el que trabajan en forma directa e indirecta 10.000 personas.
Sobre la nueva ordenanza precisó que “establece pautas claras para nuevos emprendimientos. Tiene un efecto positivo en el atractivo de la ciudad; atraerá a turistas y visitantes con consumo en servicios”.
El funcionario municipal apoyó la nueva propuesta de nocturnidad por considerar que impulsará la vida cultural, económica y productiva de nuestra ciudad.
Jorgelina Salceek, de la Vecinal Ernesto Sábato, Paseo del Siglo, se solidarizó con los vecinos de Pichincha. Mencionó los lugares céntricos que padecen la cuestión de los ruidos molestos, entre otros, efectos adversos.
“Hecho cultural no es orinar, defecar en la calle, hacer picadas de autos y motos”, argumentó.
Legitimó su postura en las recomendaciones de las OMS que fijan un bienestar de descanso de entre 7 y 9 horas de sueño, al igual que los límites recomendables de decibeles.
“Sí apoyamos que se cree un Polo de Nocturnidad, pero pónganlo en otro lugar”, apuntó.
Denunció falta de móviles de control urbano, sonómetros, alcoholímetros, entre otros. “Esta ordenanza viene a legitimar lo que está mal en Pichincha, no repliquen lo que está mal para toda la ciudad. Nadie quiere tener un boliche al lado”, expresó.
Por último exigió que las áreas residenciales sean declaradas sensibles acústicamente, como ocurre con los hospitales o centros de salud.
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