Unidos para Cambiar Santa Fe, la coalición oficialista que gobierna la provincia y gran parte de las principales ciudades, enfrenta un panorama complejo en Rosario de cara a la renovación de bancas en el Concejo Municipal. Según un análisis que cruza los resultados de las elecciones primarias con las encuestas más recientes que circulan en las oficinas de campaña, el espacio estaría en condiciones de retener apenas 3 de las 8 bancas que pone en juego este año.
El dato más llamativo es que dos de los principales socios históricos del frente—el Partido Socialista y el PRO—se encuentran al borde de perder peso institucional en el plano local. De confirmarse las proyecciones, el Socialismo, que gobernó la ciudad durante más de tres décadas y fue columna vertebral del progresismo rosarino, conservaría apenas dos bancas: la de Alicia Pino y de Manuel Sciutto. Por su parte, el macrismo rosarino, que supo ser protagonista central en la política local durante los últimos 20 años, directamente se quedaría sin representación.
Este escenario ya enciende luces de alarma dentro de los espacios afectados. En el socialismo, el balance es crítico: la conducción partidaria comienza a preguntarse qué lugar ocupa dentro de la alianza que hoy comanda el gobernador Maximiliano Pullaro, y si vale la pena seguir sosteniendo un acuerdo que, en los hechos, lo relega a un rol secundario. Algunos dirigentes plantean la necesidad de redefinir la estrategia política y el tipo de alianza que deben sostener en adelante.
La lista que representa a Unidos en Rosario está encabezada por Carolina Labayru, actual secretaria de Cercanía y Gestión Ciudadana del municipio, y se caracteriza por su heterogeneidad ideológica. La acompañan Damián Pullaro (radical, hermano del gobernador), Pablo Gavira (referenciado por los pastores evangélicos y alineado con Walter Ghione), Ana Laura Martínez (PRO), Lisandro Baclini (radical liberal), Flavia Padín (vinculada al sector de Miguel Tessandori) y Gabriel Pereyra (socialista). Como se puede ver una siempre importante electora en Rosario como Anita Martinez, aparece en cuarto lugar y las proyecciones marcan de que no ingresaría, mientras que el representante Socialista quedó en séptimo lugar mucho más relegado aun.
La dispersión interna del espacio y la falta de una figura fuerte que traccione en lo local parecen ser algunos de los factores que explican la merma en la intención de voto. Con un electorado fragmentado y sin una narrativa unificadora, Unidos corre el riesgo de resignar parte del poder legislativo local, justo en la ciudad donde nació su construcción política.
La cuenta regresiva hacia las elecciones generales ya comenzó y, en ese camino, lo que está en juego no es sólo un reparto de bancas, sino también el equilibrio interno de una coalición que empieza a mostrar signos de desgaste en una de las plazas más simbólicas del mapa político santafesino.