La visita del presidente Javier Milei a la ciudad de Santa Fe dejó en evidencia no solo el fervor de sus seguidores, sino también la intensidad del rechazo que despierta su figura en sectores opositores. Lo que debía ser un acto de cercanía con la militancia libertaria se transformó en una jornada de tensión, marcada por corridas, piedrazos y detenciones que obligaron a modificar la agenda presidencial y trasladar la actividad prevista en la peatonal hacia el puerto local.
La postal final de este paso por la capital provincial no fue la de un acto ordenado y simbólico, sino la de una ciudad alterada, con la sensación de que por momentos se transitaba un escenario de confrontación callejera casi bélica: vecinos sorprendidos por los choques, fuerzas federales desplegadas en el microcentro y un presidente que solo pudo asomarse unos minutos desde un balcón y saludar brevemente desde su camioneta antes de partir rumbo a Paraná.
El operativo y la llegada presidencial
El arribo de Milei se produjo cerca de las 10.30, en el aeropuerto de Sauce Viejo. Acompañado por su hermana Karina Milei, la diputada Romina Diez y referentes libertarios, el mandatario fue recibido por un reducido grupo de simpatizantes. De inmediato, la caravana oficial se dirigió al Hotel Los Silos, en la zona portuaria, donde lo aguardaban militantes libertarios con banderas celestes y violetas.
El operativo de seguridad fue amplio y vistoso: camionetas oficiales, móviles de la Policía Federal, motos de Infantería y personal de Prefectura y Fuerza Aérea rodearon cada movimiento. Casa Militar, responsable de la custodia presidencial, coordinó las acciones preventivas.
De la peatonal al puerto: la agenda que no fue
El plan original contemplaba que Milei realizara una caminata por la peatonal San Martín, un gesto de contacto directo con la ciudadanía santafesina. Sin embargo, la iniciativa se frustró cuando grupos opositores —integrados por militantes del Polo Obrero, organizaciones de izquierda y vecinos movilizados— llegaron hasta el cruce con calle Mendoza.
Allí, las tensiones derivaron en forcejeos, insultos, la destrucción del gazebo instalado por La Libertad Avanza y la primera señal de que la visita presidencial no transcurriría en calma. Ante ese cuadro, la decisión política fue clara: suspender el recorrido previsto y replegar la actividad hacia el puerto, donde Milei se encontraba resguardado.
Enfrentamientos y clima de guerra en el puerto
Lo que parecía una solución táctica terminó derivando en un nuevo foco de conflicto. Manifestantes opositores llegaron también hasta las inmediaciones del hotel Los Silos, donde centenares de libertarios aguardaban al presidente.
El resultado fue una confrontación cara a cara entre bandos opuestos: cánticos cruzados, discusiones que escalaron a golpes de puño y finalmente corridas cuando algunos opositores intentaron avanzar hacia el vallado. En ese marco, se produjeron piedrazos dirigidos hacia la caravana presidencial y los efectivos de seguridad.
La Prefectura y la Policía Federal actuaron rápidamente, deteniendo a cinco personas que fueron esposadas y trasladadas a disposición de la fiscalía federal. Los informes oficiales señalaron que habían arrojado objetos contra el vehículo del mandatario y contra los simpatizantes presentes.
Una ciudad partida en dos
Las imágenes de la jornada reflejaron con crudeza la polarización política que atraviesa la provincia y el país. Mientras desde el balcón Milei saludaba con su clásico “¡Viva la libertad, carajo!”, abajo se mezclaban cánticos libertarios y consignas de repudio de sectores opositores, algunos con banderas palestinas y del Polo Obrero.
Los vecinos de la zona describieron la escena como una “zona de guerra”, con fuerzas federales armadas, vallados retirados de manera abrupta y corridas entre grupos que se enfrentaban en plena vía pública. “Por momentos parecía que estábamos en medio de un combate”, confió un comerciante de la peatonal.
La salida anticipada y el saldo político
Finalmente, Milei abandonó Santa Fe antes de lo previsto. La caravana oficial salió del puerto a gran velocidad en dirección a Paraná, dejando tras de sí un operativo de seguridad que se prolongó durante horas en el microcentro santafesino.
El saldo político de la jornada deja varias lecturas. Por un lado, el oficialismo libertario se mostró satisfecho por la convocatoria y por la fidelidad de la militancia que se acercó a apoyarlo pese al clima caldeado. Del otro, la oposición exhibió capacidad de movilización y dejó en claro que la figura presidencial despierta rechazos tan fuertes como adhesiones.
En términos institucionales, el episodio también abre interrogantes sobre los desafíos que enfrenta la seguridad presidencial en contextos de alta polarización y sobre la capacidad de sostener agendas públicas que eviten escenas de violencia.