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La ciudad obrera del fenómeno libertario, los candidatos y el intendente que cambió de vereda

La ciudad que fue emblema del Villazo atraviesa su peor crisis industrial, con Acindar paralizada y cientos de suspensiones. En medio del derrumbe económico, el intendente peronista se pasó al pullarismo y los libertarios avanzan con fuerza. El peronismo busca recomponerse desde Fuerza Patria.

La ciudad símbolo del movimiento obrero santafesino atraviesa una paradoja que desconcierta a propios y extraños. Villa Constitución vive una de las crisis industriales más profundas de su historia —con Acindar operando al 50% de su capacidad, miles de trabajadores suspendidos y un comercio local semiparalizado—, pero en las urnas ganó La Libertad Avanza, el espacio que impulsa el mismo modelo económico que aceleró el derrumbe industrial.

El fenómeno, que combina descontento social, fragmentación política y reconfiguraciones de poder, se agrava con otro dato político de peso: el intendente peronista Jorge Berti, en el cargo desde 2015, se alineó con el gobernador radical Maximiliano Pullaro y ahora integra el espacio Provincias Unidas, junto a otros jefes comunales que se distanciaron del peronismo santafesino tradicional.

Mientras tanto, una dirigente local —Alejandrina Borgatta, concejala y figura emergente del justicialismo— se proyecta al escenario nacional como candidata a diputada por Fuerza Patria, el frente que lidera Caren Tepp. En la vereda opuesta, uno de los protagonistas del “voto libertario” villense, el influencer Matías Tomasi, buscará también una banca en el Congreso, aunque con escasas posibilidades de acceder.

La ciudad que fue emblema del Villazo, aquella rebelión obrera de 1974 que marcó un antes y un después en la historia del sindicalismo argentino, vuelve a ocupar el centro de la escena política. Pero ahora, la disputa ya no se libra entre patronal y obreros, sino entre la memoria colectiva y un presente donde el desencanto parece haber sustituido a la conciencia de clase.

Un voto que desafía la historia

El caso de Villa Constitución se convirtió en un laboratorio político de la Argentina postindustrial. En las elecciones locales de junio, La Libertad Avanza obtuvo el 34% de los votos, consiguiendo dos de las cuatro bancas en juego. El contraste es brutal: en 2023, la candidata libertaria había reunido apenas el 4,8%.

El historiador local Ernesto Rodríguez lo sintetizó así: “Los números de las elecciones son paradigmáticos, contradictorios e incomprensibles”. La misma ciudad que votó a Sergio Massa en el balotaje presidencial hoy respalda a un espacio que predica la desregulación económica, la reducción del Estado y el fin de los subsidios industriales.

La crisis de Acindar, que emplea a casi 3.000 trabajadores entre permanentes, contratados y tercerizados, no parece haber revertido esa tendencia. La empresa —propiedad del grupo indio ArcelorMittal— lleva más de un año produciendo a pérdida y aplicando suspensiones y retiros voluntarios. Los sindicatos alertan sobre un posible cierre parcial, pero buena parte del electorado villense parece atribuir los problemas no a la política económica nacional, sino a la “ineficiencia del municipio” o a los “impuestos que ahogan a las empresas”.

El voto libertario, en ese contexto, funcionó más como voto castigo local que como adhesión ideológica: una señal de hartazgo ante un Estado percibido como burocrático e ineficiente.

El peronismo en crisis y el viraje del intendente

El intendente Jorge Berti, uno de los pocos jefes comunales peronistas que sobrevivió a la ola opositora de 2023, atraviesa su momento político más controvertido. Tras años de gestión inestable y con una administración marcada por conflictos internos, falta de conducción y escasa capacidad de respuesta ante la crisis industrial y social, decidió romper con su espacio y alinearse con el gobernador radical Maximiliano Pullaro.

Su incorporación al esquema de Provincias Unidas generó un verdadero cimbronazo en el sur santafesino. Para muchos dirigentes y militantes del justicialismo, Berti traicionó el mandato de quienes lo eligieron bajo las banderas del peronismo y cruzó de vereda en el momento más delicado de la historia reciente del partido.

“Se fue con los que decía combatir”, resumen en los círculos políticos de Villa Constitución, donde el intendente es señalado como el dirigente que saltó el cerco por unos billetes, buscando resguardo político y financiero ante el desgaste de su gestión. Su decisión, interpretan, no responde a una convicción ideológica sino a un cálculo de supervivencia personal.

En los hechos, su gobierno nunca logró estabilizarse. Desde el comienzo del tercer mandato, la administración local mostró grietas entre funcionarios, descontento sindical y una creciente pérdida de apoyo social. El deterioro de los servicios públicos, la paralización de obras y la crisis económica golpearon su credibilidad, incluso entre sectores que habían confiado en su liderazgo.

El viraje de Berti hacia el radicalismo pullarista ocurre justo cuando el peronismo santafesino comienza un proceso de reconstrucción y unidad para volver a ser competitivo a nivel provincial. Por eso, en los pasillos del PJ provincial ya se lo menciona como “el intendente que abandonó el barco cuando la reconstrucción recién empezaba”, y en la historia política local podría quedar registrado como el hombre que cambió de colores en plena tormenta.

En contraposición, Alejandrina Borgatta, actual concejala y candidata a diputada nacional por Fuerza Patria, representa la renovación del justicialismo con un discurso territorial, arraigado en la defensa de la producción y la clase trabajadora. Mientras Berti busca refugio en el poder de turno, Borgatta apuesta a reconstruir la identidad peronista desde abajo, con presencia en los barrios y una lectura crítica del modelo económico actual.

Del Villazo a la desmemoria

La historia de Villa Constitución está marcada por una gesta colectiva: el Villazo, la rebelión obrera de 1974 contra la conducción burocrática de la UOM, que culminó con una represión feroz y decenas de trabajadores secuestrados y torturados. Hoy, medio siglo después, se desarrolla en Rosario un juicio por aquellos crímenes de lesa humanidad que involucra a exdirectivos de Acindar.

Sin embargo, esa memoria parece desvanecerse frente al presente. Rodríguez lo explica con crudeza: “Villa Constitución tiene una tradición de lucha, pero también un anestesiamiento social. Muchos trabajadores votaron a Milei y aún hoy niegan que la crisis industrial sea consecuencia de sus políticas”.

El contraste entre la épica del pasado y el pragmatismo del presente sintetiza la nueva matriz política del sur santafesino: una sociedad desilusionada, que prefiere castigar a la “casta” local antes que confrontar con el modelo económico que los afecta.

Una ciudad espejo del país

Villa Constitución se ha convertido en un espejo de la Argentina contemporánea: industrialmente golpeada, políticamente fracturada y socialmente agotada.

Mientras La Libertad Avanza cosecha votos en un territorio que simboliza la resistencia obrera, el peronismo local busca rearmarse con nuevos liderazgos, y el radicalismo gobernante amplía su red de alianzas.

Entre el acero y la desindustrialización, entre el recuerdo del Villazo y la era Milei, la ciudad del sur santafesino muestra cómo el descontento puede alterar la memoria colectiva y dar forma a un nuevo mapa político donde las identidades tradicionales parecen haberse disuelto.

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