La política judicial santafesina vive días de movimientos silenciosos pero profundos. El ministro de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Guillermo Spuler, confirmó que dejará su cargo el 1° de septiembre de 2026, cuando cumpla 83 años. Su decisión —comunicada formalmente en la última reunión de acuerdos del tribunal— acelera el proceso de renovación que impulsa el gobierno de Maximiliano Pullaro, decidido a reformular el mapa del Poder Judicial provincial antes de que termine su mandato.
Aunque la renuncia fue presentada con una antelación inusual de diez meses, en la Casa Gris la interpretan como una señal de alineamiento político con el nuevo ciclo institucional abierto tras la Reforma Constitucional de 2025, que introdujo límites de edad para la magistratura y redefinió la autonomía del Ministerio Público de la Acusación y la Defensa.
En ese contexto, el retiro del veterano juez —uno de los más cercanos al histórico poder judicial reutemista— confirma la presión política ejercida sobre la vieja guardia del alto tribunal desde la asunción de Pullaro, quien ya logró la designación de Margarita Zabalza, Jorge Baclini y Rubén Weder como nuevos ministros.
Un proceso de renovación con sello político
El anuncio de Spuler, que lleva 26 años en la Corte y comparte con Rafael Gutiérrez el último tramo de la llamada “generación Reutemann”, se produce tras meses de conversaciones discretas con funcionarios del Ejecutivo. En el entorno del gobernador aseguran que el objetivo es consolidar una Corte “moderna, ágil y equilibrada”, con mayor apertura hacia la gestión, los indicadores de eficiencia y la rendición de cuentas, temas ausentes en los últimos años de conducción judicial.
Con esta dimisión diferida, el gobierno provincial ya se prepara para una nueva vacante y para lo que será —según admiten en la Legislatura— la discusión política más trascendente de 2026: quién ocupará ese asiento en un tribunal de siete miembros, hoy dividido entre el bloque rosarino (Falistocco, Erbetta, Zabalza y Baclini) y el bloque santafesino (Gutiérrez, Weder y hasta su salida, Spuler).
“Es un paso más hacia la renovación completa de la Corte”, señalan cerca del ministro de Gobierno Fabián Bastía, uno de los interlocutores directos en la agenda judicial de Pullaro. En la Casa Gris descuentan que para 2027 el tribunal tendrá una integración completamente nueva, lo que marcaría el fin de una etapa que se extendió más de dos décadas.
Entre la presión política y el límite constitucional
El límite de edad de 75 años para el ejercicio de la magistratura —ahora incorporado a la Constitución provincial— fue el argumento jurídico que el Ejecutivo utilizó para acelerar los tiempos del recambio. Spuler, Gutiérrez y Falistocco superan ese tope, pero solo el primero formalizó su salida.
El mensaje político es claro: la renovación es inevitable, y el método elegido por el gobierno evita una confrontación abierta o un juicio político, apostando a retiros voluntarios “en orden y con honor institucional”.
Sin embargo, en los pasillos del Poder Judicial nadie desconoce que la presión sobre los ministros fue sostenida desde el inicio de la gestión Pullaro. Con reuniones reservadas, filtraciones controladas y una campaña pública en torno a la “modernización de la Justicia”, la Casa Gris logró debilitar el bloque conservador de la Corte y avanzar con designaciones afines a su esquema político.
La estrategia incluye, además, equilibrar la representación regional, sumando nombres del norte y centro de la provincia, en sintonía con el discurso de “federalización” que el propio Pullaro llevó a la Convención Constituyente.
De Reutemann a Pullaro: fin de una era
Spuler, abogado laboralista de perfil reservado y vínculos estrechos con el exgobernador Carlos Reutemann, llegó a la Corte en el año 2000 sin haber integrado antes el Poder Judicial. Fue designado junto a Gutiérrez y Mario Netri, constituyendo lo que en su momento se conoció como el “tridente reutemista” del alto tribunal.
Durante más de dos décadas, ejerció una influencia decisiva en la Justicia Laboral santafesina, defendiendo una mirada cercana al empresariado y conservando una relación simbiótica con su mentor político.
Su salida marca el final de un ciclo. En apenas un año, el gobernador Pullaro logró romper una mayoría interna que se mantuvo inalterable durante 17 años y avanzar hacia una estructura más heterogénea: Zabalza, propuesta por el socialismo; Baclini, identificado con el oficialismo actual; y Weder, con aval del peronismo, conforman una nueva generación judicial que responde a distintos espacios políticos, pero comparte una misma consigna: oxigenar la Corte y alinearla con el nuevo marco constitucional.
Una Corte bajo observación
Con la reforma judicial, la Corte perdió parte de su poder histórico: ya no controla la designación ni la remoción de fiscales y defensores, y debió resignar presupuesto y personal al nuevo Ministerio Público autárquico. Esa pérdida de atribuciones la obliga ahora a reconfigurar su funcionamiento interno, en un contexto donde la sociedad exige más transparencia y resultados.
En ese marco, la salida de Spuler abre un nuevo frente de negociación política. El Ejecutivo deberá definir si impulsa un perfil técnico o uno político para ocupar el cargo, y si buscará consenso legislativo o una designación directa. Lo cierto es que cada movimiento dentro del máximo tribunal incide directamente en la arquitectura de poder provincial, donde la independencia judicial y la presión política vuelven a cruzarse.
Hacia una Corte renovada
Cuando Spuler deje su despacho en septiembre de 2026, la Corte Suprema de Santa Fe habrá cambiado su rostro por completo: cuatro de sus siete integrantes habrán asumido durante la gestión Pullaro, en sintonía con el espíritu reformista de la nueva Constitución.
Con ello, el gobernador consolidará su influencia sobre uno de los poderes más cerrados de la provincia, mientras el debate sobre la verdadera autonomía judicial y el equilibrio entre los tres poderes del Estado se mantiene abierto.



