La vicegobernadora Gisela Scaglia generó un fuerte temblor político al poner en duda si asumirá su banca en el Congreso Nacional, tras haber sido electa diputada por el espacio Provincias Unidas. Sus declaraciones, lejos de ser un gesto menor, detonaron un profundo malestar dentro del gobierno provincial y obligaron al propio Maximiliano Pullaro a salir públicamente a aclarar que “va a asumir y defender a Santa Fe”.
Detrás de ese cruce público se esconden diferencias políticas, reproches por el resultado electoral del 26 de octubre y la creciente tensión dentro de un oficialismo que, puertas adentro, ya no oculta las fisuras entre sus principales figuras.
“Lo estoy pensando”, respondió Scaglia cuando fue consultada sobre si asumirá en el Congreso. La frase, pronunciada con frialdad durante una entrevista con El Litoral, fue suficiente para reabrir una serie de tensiones que se mantenían contenidas desde el cierre de la campaña.
La vicegobernadora, que encabezó la lista nacional de Provincias Unidas, explicó que analiza “dónde puede ser más útil para la provincia” y que tomará una decisión “pensando en el futuro político de Santa Fe”.
Sin embargo, el mensaje fue interpretado dentro de la Casa Gris como una advertencia directa: Scaglia no está conforme con el modo en que el gobernador condujo la campaña ni con el reparto de responsabilidades dentro de la coalición oficialista.
Los reclamos de la vice y las respuestas del gobernador
Según fuentes cercanas al entorno de la vicegobernadora, el distanciamiento con Pullaro se profundizó después de los comicios. La galvense habría reprochado al equipo político del gobernador que se prometieron “otros números” y que se difundieron encuestas favorables que nunca se materializaron en las urnas.
El malestar se agravó al comprobar que, pese a los esfuerzos, Scaglia terminó tercera y perdió incluso en su propia ciudad y departamento, un resultado que debilitó su proyección dentro del oficialismo.
Desde el entorno del gobernador, la respuesta fue inmediata: “Cada uno es responsable de su territorio”. La frase, atribuida a un colaborador directo de Pullaro, revela la tensión interna que se vive en el núcleo del poder provincial.
Pullaro salió a marcarle el rumbo
El propio gobernador tuvo que intervenir públicamente para contener el impacto político. “Va a tener un rol muy importante: el de defender a la provincia. Gisela va a asumir su banca y va a tomar la responsabilidad que asumió con los santafesinos”, aseguró Pullaro ante los medios, en un intento de cerrar la polémica.
Con esas palabras, buscó no solo disipar la incertidumbre sobre el futuro de su compañera de fórmula, sino también reafirmar su autoridad política, afectada por el desgaste pos electoral y las críticas internas a su estilo de conducción.
La fractura política y el impacto en el PRO
El conflicto no se limita a una disputa de poder en Santa Fe. Scaglia, que además preside el PRO provincial, se encuentra en una posición delicada dentro de su propio partido. A nivel nacional, Mauricio Macri y Patricia Bullrich avanzan en un acuerdo con La Libertad Avanza, y el objetivo es alinear a todas las provincias detrás del gobierno de Javier Milei.
En ese escenario, la vicegobernadora santafesina enfrenta una disyuntiva: mantener la alianza con Pullaro dentro de Unidos para Cambiar Santa Fe, o acompañar la estrategia de su partido a nivel nacional.
En ambos casos, la tensión es inevitable: si se distancia, rompe el equilibrio del gobierno provincial; si se queda, desafía a la conducción nacional del PRO.
El trasfondo político: Provincias Unidas en crisis
La candidatura de Scaglia fue parte del proyecto político que Pullaro intentó consolidar con otros mandatarios provinciales a través de Provincias Unidas, un espacio federal que buscaba ser una alternativa al bipartidismo nacional. Pero el resultado electoral fue decepcionante: lejos del 10% esperado, el frente apenas logró dos bancas.
Esa performance debilitó el plan de proyección nacional y dejó heridas abiertas dentro del oficialismo santafesino.
“El bloque debe tener coherencia y no fragmentarse”, fue uno de los mensajes de la vice en tono de advertencia, exigiendo unidad interna y mayor peso en las decisiones políticas.
El deterioro del vínculo personal
Desde el entorno de ambos reconocen que la relación entre Pullaro y Scaglia ya no es la misma. Las diferencias comenzaron a notarse en la campaña, donde la vice reclamó más protagonismo, y se agravaron con los resultados de octubre.
En la práctica, hoy se comunican poco y a través de intermediarios. Las tensiones también se trasladan al Senado provincial, que Scaglia preside, donde algunos senadores del oficialismo expresaron su malestar por la falta de coordinación política con el Ejecutivo. Mientras la Galvense les habría respondido con misivas de que ellos (los Senadores) perdieron en todos los Departamentos.
Entre la estrategia nacional y la gobernabilidad provincial
La decisión de Scaglia —asumir o no en el Congreso— es más que una cuestión personal: definirá el rumbo de la coalición oficialista en Santa Fe.
Si se suma al bloque de Provincias Unidas, podría convertirse en un nexo entre la provincia y el Congreso, pero también en una figura con autonomía política. Si se queda, reforzará su rol institucional en el Senado, aunque sin garantías de recuperar influencia dentro del círculo de poder del gobernador.
En cualquiera de los casos, el costo político ya está hecho: el gobierno de Pullaro enfrenta su primera gran crisis interna, y la vicegobernadora se consolida como una voz crítica dentro del espacio que ayudó a construir.



