« »
HOY:  sábado 22 de noviembre del 2025

¡Accedé a contenido exclusivo!

Entre la ingeniería electoral y los límites de la Constitución: por qué el balotaje no cierra

La Casa Gris analiza imponer segunda vuelta como herramienta táctica frente al peronismo y los libertarios. Sin embargo, el marco constitucional y el análisis técnico señalan que el cambio es inviable, inconsistente y puede erosionar la legitimidad institucional.

La discusión sobre el balotaje volvió a instalarse en la agenda santafesina con fuerza, impulsada desde sectores del oficialismo provincial que imaginan un rediseño del sistema electoral que podría garantizar mayor competitividad frente al peronismo y, al mismo tiempo, consolidar la arquitectura política que acompañó al gobernador Maximiliano Pullaro. Pero más allá de las especulaciones, los movimientos tácticos y el clima posreforma constitucional, la posibilidad de introducir una segunda vuelta para la elección de gobernador es jurídicamente inviable y políticamente riesgosa, según advierten especialistas y operadores del sistema electoral santafesino.

El debate se reactivó dentro del oficialismo tras la elección nacional, la irrupción libertaria y la reforma de la Constitución provincial, que dejó a consideración de la Legislatura la reglamentación de casi todo el régimen electoral. Con ese telón de fondo, se inició consultas internas tomando como referencia los modelos de Córdoba y Corrientes y evaluando alternativas como el balotaje o, en menor medida, una eventual vuelta al sistema de lemas.

Los argumentos que circulan cerca del gobernador son esencialmente tácticos: el balotaje ordenaría el juego provincial alrededor de una “coalición anti-libertaria” que podría incluir al peronismo en una eventual segunda vuelta; consolidaría la “coalición del balotaje” que llevó a Milei a la presidencia; y, además, Pullaro podría llegar fortalecido a un segundo mandato si retiene a su electorado y suma adhesiones de otros espacios.

Pero ese análisis choca frontalmente con dos dimensiones insoslayables: la jurídica —la Constitución santafesina prohíbe expresamente modificar la elección de gobernador por vía legal— y la política —la reforma electoral sin consensos amplios suele terminar debilitando las instituciones, no fortaleciéndolas—.

El especialista en Derecho Electoral Jorge Mario Zárate, que expuso su mirada en las sesiones públicas de la Convención Reformadora y viene advirtiendo sobre la fragilidad del diseño electoral posreforma, fue concreto:
“Hablar de balotaje para gobernador es una verdadera ‘fake’. No hay ninguna posibilidad de que pueda establecerse esa modalidad de elección por ley. Sería modificar la Constitución sin decirlo”.

Un límite constitucional explícito

La nueva Constitución santafesina, aprobada este año, dejó prácticamente todo el régimen electoral delegado a la Legislatura. Sin embargo, no habilitó cambiar la forma de elección del gobernador.

La figura del balotaje nunca estuvo contemplada en el diseño santafesino y solo podría incorporarse mediante una nueva reforma constitucional, algo que el propio oficialismo sabe que hoy es inviable política y socialmente.

Zárate lo resume así: “En el caso de gobernador, el balotaje es imposible salvo otra reforma. Pretender implementarlo por ley sería inconstitucional”.

El error conceptual, según el especialista, es creer que la nueva Constitución abrió un margen ilimitado para que la Legislatura modifique las reglas electorales. Pero lo que habilitó es la regulación administrativa, no la alteración del corazón del sistema.

Una reforma hecha a medida es un boomerang institucional

Más allá del impedimento constitucional, el balotaje como herramienta táctica contra el peronismo —o contra los libertarios— es una lectura cortoplacista, advierte Zárate.

El especialista sostiene que las reformas electorales sin consenso, motivadas por urgencias coyunturales, siempre terminan debilitando la calidad democrática. Y Santa Fe ya tiene experiencias de cambios hechos para favorecer a un actor y que luego resultaron contraproducentes: ocurrió con la ley de lemas, ocurrió con la eliminación de la mayoría automática en Diputados y ocurrió incluso con algunas ordenanzas municipales.

Zárate lo explica con crudeza: “Las reformas electorales apresuradas, sin respaldo técnico y sin consenso real, pueden terminar logrando lo contrario de lo que buscan”.

Además recuerda que la Constitución ya dejó demasiados casilleros “libres” para que la Legislatura los complete, algo que considera riesgoso de por sí: “Esta Legislatura se reservó facultades exorbitantes. Eso no es bueno ni conveniente. La normativa electoral necesita estabilidad para dar certeza y seguridad jurídica”.

El impacto institucional: más conflicto, menos legitimidad

El balotaje cambiaría no sólo el modo de elegir gobernador, sino la lógica completa del sistema político santafesino, que históricamente se apoyó en:

  • Boleta Única, que desalienta el arrastre vertical.

  • Un sistema de partidos variado, no bipartidista.

  • Elecciones sin segunda vuelta, donde las alianzas se negocian antes, no después.

  • Un equilibrio territorial profundo, con departamentos que definen identidades más que coaliciones.

Instalar un balotaje sin consenso amplio quebraría ese equilibrio. Peor aún, según Zárate: “Un balotaje podría generar mayor fragmentación en la primera vuelta y mayor aventurerismo político, con candidatos a gobernador sin estructura que sólo busquen arrastrar listas legislativas”.

El efecto sería exactamente el contrario de lo que busca el oficialismo: menor legitimidad, mayor dispersión y gobernadores electos en segunda vuelta con menos apoyo territorial real.

El riesgo político inmediato

Si el oficialismo impulsa el balotaje desde una lectura táctica —suponer que el peronismo votaría a Pullaro antes que a un libertario en segunda vuelta— corre un riesgo evidente: nada garantiza que esa hipótesis se repita en el futuro.

En 2027, en 2031 o en 2035, un balotaje podría: favorecer al peronismo, favorecer a los libertarios, favorecer a una tercera fuerza, o dejar al radicalismo fuera de la segunda vuelta.

Las reglas del sistema electoral nunca deben pensarse para el próximo turno, sino para las próximas generaciones.

El debate real: fortalecer partidos, no modificar el resultado

Para Zárate, el verdadero desafío no es el balotaje, sino: Depurar el sistema de partidos, elevar los umbrales de afiliación y avales, limitar la cantidad de partidos por alianza, ordenar las PASO, revisar Ficha Limpia, mejorar Boleta Única, unificar padrones, crear un Código Electoral moderno y estable.

Es decir: institucionalidad, no ingeniería electoral coyuntural.

Lo resume con ironía: “Si se quiere mejorar la calidad democrática, el balotaje no resuelve nada. Es estéril. Y en Santa Fe, directamente, es imposible”.

Conclusión: el balotaje es un atajo sin salida

La discusión puede ser útil como ejercicio político, pero la realidad jurídica y técnica es contundente:

✔ No hay viabilidad constitucional

✔ No hay consenso político

✔ No hay evidencia de que mejore el sistema

✔ Puede ser contraproducente para quienes lo impulsan

✔ Desordena más de lo que ordena

✔ Instala tensiones en un sistema que acaba de reformar su Constitución

En un escenario donde Santa Fe atraviesa cambios profundos —nueva Carta Magna, redefinición del sistema legislativo, nuevas reglas municipales, reformas abiertas— el balotaje aparece más como un globo de ensayo político que como una propuesta seria.

Como concluye Zárate: “Ojo con modificar la Constitución por ley. Ya se hizo antes, y siempre terminó mal”.

Compartí esta nota:

Facebook
X
Threads
LinkedIn
WhatsApp
Email

Temas de la nota:

Banner Universo Largo
Banner Universo Mobile
Banner Concejo Santa Fe 1
Banner Ideatorio Agencia Chico

Otras noticias

Más noticias