El gobierno provincial ejecutó en las últimas horas un movimiento tan previsible como extraño: desplazó a la secretaria de Energía, la socialista Verónica Geese, en una decisión que confirma que se vienen cambios, quizas no donde se deben hacer. No sorprendió el fondo —el oficialismo necesitaba mover fichas y ordenar sus líneas internas—, pero sí sorprendió la forma y, sobre todo, el área elegida para hacerlo: nada menos que el Ministerio de Desarrollo Productivo, una cartera que venía mostrando resultados y que, en el equilibrio político de la coalición, se presentaba como uno de los pocos espacios donde la convivencia entre radicales y socialistas parecía estar funcionando.
La salida de Geese, confirmada públicamente por el ministro Gustavo Puccini, expuso con crudeza el mensaje hacia adentro: o se alinean a la estrategia del Gobierno, particularmente en la disputa con Luz y Fuerza, o se van. Una advertencia que muchos dentro del PS leyeron no como un ajuste administrativo, sino como una demostración de poder del radicalismo sobre sus socios. En otras palabras, menos sociedad política y más imposición vertical.
Un megaministerio en tensión permanente
El Ministerio de Desarrollo Productivo no es un ministerio más. Es un megablock que absorbe energía, industria, transporte, comercio interior y exterior, agricultura, turismo y la relación estratégica con la Empresa Provincial de la Energía (EPE). Allí conviven decisiones de política industrial con conflictos gremiales, obras de infraestructura, inversiones energéticas y negociaciones internacionales. Ese volumen convierte a Puccini —uno de los funcionarios más cercanos a Pullaro— en un actor de peso dentro del gabinete. Y es precisamente en esa mesa donde comenzó el desgaste de Geese.
Desde hace meses circulaban versiones de que la funcionaria “no terminaba de alinearse” con la posición del Gobierno respecto a Luz y Fuerza, un gremio al que Pullaro decidió enfrentar desde el primer día. La discusión sobre los “puestos hereditarios” que podrían eliminarse en 2026 había tensado aún más la relación. Funcionarios del ministerio lo repiten sin matices: “Geese no quería dar esa pelea”.
La decisión final, según reconstruyen fuentes del propio Gobierno, no fue sorpresiva puertas adentro, pero sí dejó desconcertados a muchos dentro del socialismo, donde se resalta que Geese era una de las figuras técnicas más respetadas en temas de energía y biocombustibles, área donde su gestión había sido valorada incluso por sectores empresariales.
Una fractura política que se agranda
Aquí radica la rareza del movimiento: si bien el pullarismo venía mostrando señales de revisar nombres, era difícil imaginar que el golpe se diera en uno de los sectores técnicos donde el socialismo tenía un aporte claro. El mensaje fue tan político como direccionado: la conducción la tienen los radicales.
Dirigentes del PS consultados por este medio fueron tajantes: la salida cayó pésimo. No solo por la forma —sin consulta, sin transición, sin negociación interna previa—, sino por el motivo. “Si la razón es disciplinar en la pelea con Luz y Fuerza, entonces la coalición se vacía de sentido”, deslizó un legislador del espacio.
En paralelo, hay otro dato que inquieta: desde la semana pasada, el socialismo venía negociando el arribo de nuevos nombres a la gestión provincial. La salida de Geese no solo desacomoda ese diálogo: lo contamina. Muchos leen en este episodio un intento del radicalismo de marcar el territorio justo antes de que esos posibles acuerdos se aceleren.
Puccini y el cambio que abre más cambios
El ministro de Producción calificó la salida como el cierre de una etapa y la apertura de otra. Pero puertas adentro reconocen que el movimiento no será el único. El megaministerio, por su propio peso, acumula fricciones y diferencias en sus segundas y terceras líneas. En la Casa Gris admiten que la decisión sobre Geese es apenas la primera ficha de un reacomodamiento mayor, que incluirá nombres que terminan sus mandatos legislativos y buscan destino en la estructura provincial.
La ingeniera Cecilia Mijich —también proveniente del socialismo— absorberá las funciones de Energía. Para algunos, eso amortigua el impacto; para otros, apenas posterga un debate inevitable: ¿hasta dónde acompañará el socialismo un Gobierno que toma decisiones unilaterales en áreas donde se había construido un equilibrio tenue?
¿Movimiento táctico o señal estratégica?
El desplazamiento de Geese es más que un cambio administrativo: es un episodio que reconfigura la lectura del poder dentro de Unidos. La coalición que llevó a Pullaro a la gobernación vive, desde hace meses, negociaciones internas por cargos, estructuras y pesos específicos. La salida de una funcionaria con trayectoria, aval técnico y respaldo político marca un antes y un después.
Del lado radical, la interpretación es simple: hace falta orden y cohesión para avanzar con reformas, especialmente en la EPE, un terreno donde no se admiten medias tintas. Del lado socialista, la sensación es otra: se cruzó una línea.
La pregunta que empieza a sobrevolar en la política santafesina es si este será un episodio aislado o el primer capítulo de una reconfiguración más profunda en la relación entre el radicalismo pullarista y sus socios de coalición. Lo cierto es que, como venimos señalando en este medio, algunos socialistas analizan dar un paso hacia adentro del Gobierno, pero otros ven señales de cierre antes que de apertura.
En cualquier caso, lo que queda claro es que la decisión de apartar a Geese no solo responde a una diferencia técnica: funciona como un mensaje político. Uno que deja en evidencia quién manda, qué batallas se pretenden dar y cómo será la convivencia de aquí en adelante.



