Este viernes 12 de diciembre, los casi 10.000 matriculados de la Segunda Circunscripción deberán elegir quién conducirá el Colegio de Abogados de Rosario (COLABRO) durante los próximos dos años. No será una elección más: aparecerá en escena el desgaste acumulado de la gestión actual, la tensión entre los sectores políticos que orbitan el Colegio y una abogacía que reclama respuestas frente a transformaciones profundas en los modos de litigar en la provincia.
Tras dos mandatos consecutivos de Lucas Galdeano, referente radical alineado al espacio Unidos para Cambiar Santa Fe, el oficialismo finalmente ordenó sus internas luego de semanas de negociaciones, desistencias y discusiones acerca de la continuidad o no del actual presidente. El resultado fue un acuerdo que ungió a Alejo Molina como candidato a presidente, acompañado por Gabriela Menegozzi (tesorera), Andrea Gabinetti (vicepresidenta) y Jorge Resegue (secretario), fórmula replicada en el documento difundido por “Consenso Gremial” y que busca exhibir continuidad con lo realizado en los últimos cuatro años.
Del otro lado se encolumnó Hernán Finos, histórico dirigente del Colegio, exconductor durante varios periodos y hoy referente de la lista Más Abogacía, acompañado estratégicamente por Carlos Ensik, otro apellido de peso dentro de la vida institucional. La vicepresidenta es Laura Vicario y la tesorera Fernanda Bartolozzi. Este espacio intenta volver a la conducción con una crítica clara: “El Colegio no debe quedarse callado”, es decir, debe recuperar protagonismo público, institucional y, sobre todo, defender más firmemente los intereses de la matrícula frente a los cambios procesales y tecnológicos que ya están transformando la profesión.
Una elección atravesada por política, gestión y la figura de Galdeano
Si bien las elecciones del Colegio suelen tener componentes técnicos y corporativos, esta vez la discusión aparece inevitablemente cruzada por la política santafesina. Radicales, socialistas, profesionales independientes, peronistas y espacios progresistas se alinean —con matices— detrás de las dos listas competitivas.
El oficialismo llega con un mensaje claro: continuidad y consolidación. El propio documento de Consenso Gremial —difundido en las últimas semanas— destaca como logros la presencia institucional en debates locales y nacionales, la expansión de comisiones, la digitalización de trámites, mejoras en salas de audiencias, salas de mediación, coworking y reformas edilicias.
También reivindican la defensa de las incumbencias profesionales, mayor oferta de capacitación, nuevas herramientas tecnológicas y una administración “eficiente y transparente”. El mensaje central: el Colegio crece y no debe interrumpir su rumbo.
Pero sobre la gestión pesan dos elementos que impactan de lleno en esta elección:
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El desgaste natural de cuatro años del mismo espacio al frente del Colegio.
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La participación política de Galdeano como convencional constituyente en la Reforma Constitucional provincial, una decisión muy criticada dentro del Colegio por quienes consideran que un presidente no debe involucrarse en debates partidarios mientras conduce una institución de todos.
Ese impacto será uno de los datos a seguir el 12 de diciembre: ¿premiará la matrícula la continuidad o mostrará señales de cansancio?
La propuesta de Finos: un Colegio más activo, más presente y más combativo
La lista Más Abogacía, encabezada por Finos, propone volver a un modelo de conducción con más presencia en Tribunales, mayor cercanía con el ejercicio profesional y un Colegio que intervenga con más firmeza en debates públicos y legislativos.
Su plataforma incluye revisiones del costo de matrícula, formación constante en herramientas tecnológicas, becas para maestrías, tutorías con colegas experimentados, mejoras en la coordinación con los tres poderes del Estado, reforma de procesos y ampliación de espacios de bienestar profesional. Todas propuestas explicitadas en su material oficial.
El mensaje político es directo: “Un Colegio que no se quede callado”. Una crítica implícita a la gestión actual, a la que acusan de haber perdido voz en los debates clave, especialmente en temas como digitalización, reforma procesal y condiciones del ejercicio profesional.
Una elección que excede al Colegio
Más allá del contenido estrictamente corporativo, la elección de diciembre también se lee como un reacomodamiento político:
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Del lado oficialista, radicales y socialistas del espacio Unidos ordenaron su interna para sostener la conducción.
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Del lado opositor, peronistas, progresistas y sectores independientes contienen a profesionales que buscan recuperar peso y discutir un modelo de Colegio menos alineado con la política provincial.
El trasfondo es claro: quien conduzca el Colegio en 2026 y 2027 tendrá incidencia directa en debates cruciales, especialmente si avanza la reforma constitucional, si se modifican los códigos procesales o si se implementan nuevas herramientas digitales que alteran la práctica profesional.
La abogacía en transformación: el factor que nadie puede ignorar
Más allá de nombres y alineamientos, lo que verdaderamente le da densidad a esta elección es el contexto: Cambios en la digitalización de expedientes. Nuevas plataformas del Poder Judicial. Reformas procesales en curso. Inteligencia artificial aplicada al derecho. Conflictos crecientes por honorarios e incumbencias. Dificultades económicas para sostener estudios jurídicos pequeños.
La abogacía rosarina —una de las más numerosas y activas del país— exige definiciones. Y el Colegio, como corporación profesional, debe decidir si acompañará esos cambios desde la continuidad de la gestión o desde una renovación.
12 de diciembre: una elección que medirá poder, gestión y futuro
Los votos de casi 10.000 matriculados definirán qué modelo prevalecerá:
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El oficialismo, que promete profundizar lo realizado y destaca su gestión como plataforma para modernizar la profesión.
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La oposición de Finos, que busca recuperar protagonismo, señalar los puntos flojos de la gestión y plantear un Colegio más presente, más político y más atento a las urgencias cotidianas de los profesionales.
En todos los espacios coinciden en algo: esta elección no será técnica, será política.
Y marcará el rumbo de la abogacía rosarina en una etapa donde la profesión está cambiando más rápido que nunca.



