El peronismo santafesino volvió a perder una elección legislativa, pero esta vez la lectura es más compleja que una simple derrota. Con el 28,7% de los votos, el frente Fuerza Patria quedó en segundo lugar detrás de La Libertad Avanza, aunque logró retener las tres bancas que ponía en juego. Para algunos dirigentes, ese resultado representa una base sólida desde donde comenzar una reconstrucción más profunda, luego de un inicio de año marcado por la desintegración interna del partido y la ausencia de liderazgo.
La lista encabezada por Caren Tepp —acompañada por Agustín Rossi y Alejandrina Borgatta— no logró quebrar la hegemonía libertaria ni imponerse en Rosario, donde se esperaba un mejor desempeño. Sin embargo, el espacio logró mantener su caudal histórico, superar los 25 puntos obtenidos en las elecciones de convencionales constituyentes y consolidar una estructura política que, al menos, resiste el embate de la ola liberal.
En los departamentos Garay y Vera, el justicialismo consiguió los únicos triunfos parciales, de la mano del senador Osvaldo Sosa y de la estructura territorial del norte provincial. Pero el dato más revelador es que el PJ sigue sin romper el techo electoral que lo persigue desde hace dos décadas: en Santa Fe, el peronismo con el kirchnerismo adentro no gana una elección nacional de medio término desde 2009.
El peso de la historia y la nueva generación
Desde 2005 hasta hoy, las listas encabezadas por Rossi, Obeid, Lewandowski o Mirabella se toparon siempre con el mismo obstáculo: la resistencia de un electorado refractario al kirchnerismo y una identidad partidaria que nunca logró reconvertirse. Solo Reutemann en 2009 y Perotti en 2019 lograron quebrar ese techo, apelando a un discurso autónomo, provincialista y moderado.
En este contexto, Caren Tepp emergió como una figura novedosa, con perfil extrapartidario y un discurso anclado en lo social y en la renovación generacional. Su paso por el Concejo rosarino y su vínculo político con Juan Monteverde aportaron aire fresco a un justicialismo que venía sin brújula. Pero el resultado también deja claro que sin una estrategia provincial sólida y sin Rosario en el centro del proyecto, no hay camino posible hacia la gobernación.
Lo que viene: recomponer, unir y escuchar
El peronismo santafesino no tiene tiempo que perder. Si quiere volver a ser competitivo en 2027, necesita construir una identidad moderna, con liderazgos claros y una estructura territorial cohesionada.
Los desafíos inmediatos son tan evidentes como urgentes:
No hay Provincia sin Rosario: La reconstrucción del peronismo provincial debe encolumnarse detrás de Rosario. Sin un liderazgo fuerte en el sur, no hay proyecto provincial posible. La figura de Juan Monteverde, con fuerte anclaje territorial y llegada a sectores populares y progresistas, aparece como el eslabón indispensable para reconectar con las bases urbanas y con el electorado joven.
Escuchar de abajo hacia arriba: La etapa que viene exige una escucha real y horizontal. Los intendentes, presidentes comunales y dirigentes territoriales deben recuperar protagonismo en la toma de decisiones partidarias. La verticalidad y los acuerdos de cúpula demostraron su agotamiento: el peronismo debe volver a ser movimiento.
Renovar la conducción partidaria: Tras las derrotas en las elecciones constituyentes de abril y legislativas de octubre, el PJ necesita una conducción nueva, con caras jóvenes y una visión de futuro. La renovación no puede postergarse. Sin conducción, no hay estrategia; sin estrategia, no hay proyecto.
Volver a caminar la provincia: Referentes como Omar Perotti, Marcelo Lewandowski y Diego Giuliano deberán recuperar protagonismo y recorrer el territorio, con ambición política pero también con autocrítica. La dispersión de liderazgos le costó caro al justicialismo y debe ser corregida cuanto antes.
Unidad real y ampliación de base: Más allá de las diferencias, el peronismo santafesino debe juramentarse la unidad, sea quien sea el que encabece el proyecto. Solo ampliando su base de sustentación —con sectores sociales, sindicales y progresistas— podrá volver a disputar el poder provincial.
El desafío de reconstruir un proyecto colectivo
El 26 de octubre dejó en claro que el peronismo santafesino ya no puede sostenerse con su estructura tradicional. La sociedad exige nuevos liderazgos, sensibilidad territorial y propuestas que hablen del presente. La derrota duele, pero también abre la oportunidad de repensar el futuro con realismo y audacia.
En ese sentido, la frase que resonó en el búnker del PJ podría ser una hoja de ruta para lo que viene:
“No hay que negar la derrota. Hay que transformarla en aprendizaje.”
Si el peronismo logra hacerlo, quizás este revés sea el inicio de su reconstrucción definitiva.



