A cuatro días de una elección que definirá el futuro inmediato de Newell’s Old Boys, el club atraviesa uno de los procesos políticos más intensos de las últimas décadas. La salida traumática del Dr. Ignacio Astore —responsable de una gestión personalista, aislada, financieramente desordenada y que dejó al equipo al borde del descenso— convirtió los comicios de este domingo en algo más que un simple recambio dirigencial: para buena parte de la masa societaria, se trata del punto final de una era y del inicio obligatorio de un camino nuevo.
La expectativa es enorme, pero también la desconfianza. El escenario político, lejos de ofrecer tranquilidad, llega cargado de tensiones externas, apoyos explícitos del poder provincial, alineamientos nacionales y fracturas internas históricas. Por primera vez en varios años, la disputa por la conducción leprosa se vive como una verdadera batalla cultural: qué modelo de club se quiere, quiénes lo representan, y con qué legitimidad se reconstruirá una institución golpeada en lo económico, lo deportivo y lo institucional.
Las encuestas internas y las percepciones de los últimos días coinciden en un dato central: la elección está polarizada entre Cristian D’Amico, expresidente a cargo que regresa a escena con el apoyo del presidente de la AFA Claudio “Chiqui” Tapia, y Ignacio “Nacho” Boero, empresario con vínculos políticos directos con el gobernador Maximiliano Pullaro y con parte del radicalismo y el progresismo rosarino.
En el medio, dos listas buscan romper la polarización: la encabezada por Juan Cúneo, sostén del espacio Fuerza Leprosa liderado por el proscripto Julián González, y la del periodista Guillermo Muñoz, que carga con denuncias internas e irregularidades en la conformación de su nómina.
Un club devastado y una elección que funciona como catarsis
Para entender el clima de esta semana, basta recordar cómo llega Newell’s a esta votación. La salida de Astore dejó un club endeudado (entre 30 y 40 millones de dólares según diversas fuentes), aislado institucionalmente, y sin un modelo deportivo claro. El fútbol profesional, la razón de ser del club, vivió dos años de decisiones erráticas, cambios constantes de entrenadores, incorporaciones sin planificación y ventas de juveniles sin tiempo para disfrutarlos en Primera. El equipo de 2024 y 2025 coqueteó peligrosamente con el descenso.
Astore, que en 2021 prometía apertura, diálogo y profesionalización, terminó gobernando en soledad. Cerró su gestión sin informes, sin transparencia sobre los mercados de pases, con conflictos con la prensa y desconectado de los socios. Incluso incumplió la promesa del adelanto electoral y multiplicó decisiones inconsultas, como el cobro de bonos antiestatutarios y el bochorno de la Fiesta del 120º aniversario.
Por eso, para miles de asociados la elección del domingo es una especie de “válvula de escape”, un acto de reparación luego de años de frustraciones y engaños. Pero, al mismo tiempo, las internas políticas y los respaldos externos agregaron un nivel de tensión que no se veía desde la era post-López.
Boero y el ruido político: el renunciamiento en Alvear que incomodó a socios y dirigentes
Ignacio “Nacho” Boero se convirtió en protagonista no solo por su armado, sino también por su decisión reciente de renunciar a la banca de concejal en Alvear, ganada hace apenas seis meses. El movimiento cayó pésimo en la política local y generó un debate intenso entre socios: “¿Qué pasará si mañana aparece algo más importante? ¿También renunciará a la presidencia del club?” se repetía en redes.
Esa incertidumbre se suma a otro elemento: en su lista figuran nombres directamente vinculados al poder provincial. Su equipo incluye a José Goity, actual ministro de Educación de Santa Fe —cuestionado por su rol en un área de las más sensible del gobierno— y uno de los dirigentes que impulsó en su momento la candidatura del propio Astore. El apoyo explícito del gobernador Pullaro terminó de reafirmar la lectura de que Boero es, para muchos, “el candidato de la Casa Gris”.
La lista se completa con figuras como Hernán Botta, decano de Derecho y hombre cercano al intendente Javkin; Agustín Baclini, hijo del Juez de la Corte, el histórico dirigente Carlos Altieri; y el industrial Román Guajardo, que funciona como intento de “despolitizar” un armado cada vez más ligado al poder provincial.
D’Amico: desgaste, oportunidad y el respaldo de Chiqui Tapia
Del otro lado, Cristian D’Amico intenta capitalizar el malestar generalizado con Astore, aunque arrastra sus propios cuestionamientos. Conocido en el Parque por haber sido vicepresidente y luego presidente antes de la actual gestión, D’Amico busca instalar la idea de que “volvió porque el club lo necesitaba”.
Su mayor golpe electoral fue la incorporación de Claudio Vivas, entrenador de trayectoria internacional y figura de peso en el ámbito técnico. Ese movimiento, celebrado por buena parte de la militancia leprosa, permitió estabilizar su campaña en medio de la tormenta desatada por el AFAGate y el escándalo por la designación administrativa del título de Rosario Central.
D’Amico, además, suma un aliado determinante: Claudio “Chiqui” Tapia, presidente de la AFA, que mantiene un vínculo histórico con él. Ese respaldo, que en otras épocas hubiera sido un activo, hoy genera tensiones: para una parte del pueblo leproso, Tapia quedó debilitado en Rosario.
Aun así, D’Amico logró integrar a Ignacio Grivarello, sumar a Claudio Polon —empresario con vínculos en el agro y San Lorenzo— y captar el respaldo público de Nueva Generación Leprosa.
Fuerza Leprosa y la 8 de Marzo: presencia testimonial con matices internos
La lista Fuerza Leprosa tuvo que reordenarse después de la inhabilitación de Julián González. Finalmente, será encabezada por Juan Cúneo, acompañado por Mensi y con González como secretario. Aseguran que llegan “competitivos”, pero el arrastre electoral es limitado.
La lista 8 de Marzo, liderada por el periodista Guillermo Muñoz, intenta posicionarse como un outsider, aunque su presentación estuvo rodeada de polémica: varios nombres en la lista denunciaron no haber dado consentimiento. El espacio corrigió los problemas, pero la imagen quedó dañada.
Messi, siempre Messi: el sueño que todos agitan, pero pocos pueden sostener
En un contexto electoral marcado por promesas de reconstrucción institucional, no podía faltar el elemento emocional: Lionel Messi. Tanto Boero como D’Amico se refirieron al sueño de ver al capitán argentino con la camiseta rojinegra, aunque con discursos muy distintos.
Boero eligió la campaña emocional: “Hacer todo lo posible para que Messi juegue en Newell’s”.
D’Amico, más pragmático: “Prometer traer a Messi es irresponsable; primero hay que ordenar el club”.
La frase resonó fuerte entre los socios: más allá del romanticismo, Newell’s hoy no está en condiciones deportivas ni económicas de atraer a un jugador de su talla.
Una elección que definirá algo más que un presidente
El domingo se votará entre las 9 y las 18 en el Estadio Cubierto. Las cuatro listas fueron oficializadas, y casi 10 mil leprosos están habilitados para sufragar. Pero el dato central es otro: no es solo una elección de autoridades. Es un plebiscito institucional.
Newell’s vota entre la memoria del desastre reciente, las dudas sobre el peso político externo y la necesidad urgente de reconstruir un club que sigue siendo uno de los gigantes del fútbol argentino, pero que hoy vive una fragilidad estructural pocas veces vista.
La incógnita que se escuchará hasta último minuto es simple pero profunda: ¿El socio votará continuidad del vínculo con la política provincial, o elegirá el retorno de una dirigencia ligada al mundo del fútbol nacional?.
Newell’s decide. Y esta vez, más que nunca, decide su destino.
