El triunfo de La Libertad Avanza (LLA) en Santa Fe fue, sin matices, contundente. Con un 40,7% de los votos, la fuerza del presidente Javier Milei se impuso con 12 puntos de diferencia sobre Fuerza Patria y 22 sobre Provincias Unidas, el frente que lidera el gobernador Maximiliano Pullaro.
La victoria fue provincial, transversal y simbólica: el voto libertario barrió con las estructuras tradicionales y consolidó al espacio como una fuerza con proyección real hacia 2027.
Pero el resultado tiene un dato político más profundo: el liderazgo indiscutido de Romina Diez. La diputada nacional no sólo retuvo el control del sello libertario en Santa Fe, sino que lo fortaleció, disciplinó y ordenó en torno a su figura. Con aciertos y errores, Diez se consolidó como la referencia más visible de La Libertad Avanza en la provincia, logrando algo poco frecuente en los nuevos espacios: construir conducción.
Coherencia, lealtades y una lectura política precisa
A diferencia de otros dirigentes que se diluyen tras el éxito inicial, Diez se mantuvo fiel a sus convicciones. No pactó con estructuras ajenas ni negoció el sello con partidos tradicionales, algo que en su momento generó tensiones pero hoy aparece como un acierto estratégico.
Fue consecuente en su armado: eligió promover a figuras jóvenes sin experiencia electoral, pero con fidelidad ideológica al proyecto de Milei, y esa decisión terminó validándose en las urnas.
También supo contener a sectores internos que amenazaban con fracturar el espacio. Logró recomponer la relación con Nicolás Mayoraz, un gesto político clave que transformó un conflicto en reconocimiento a su conducción. Y aceptó, con pragmatismo, la incorporación de Juan Pedro Aleart, propuesto por el sector de Patricia Bullrich, mostrando apertura táctica sin resignar autoridad.
Una victoria sin nombres, pero con proyecto
La elección dejó un fenómeno singular: el proyecto ganó más que los candidatos. Buena parte de los votantes de La Libertad Avanza probablemente no identifique a Agustín Pellegrini, Yamile Tomassoni, Juan Pablo Montenegro o Valentina Ravera, los cuatro diputados electos.
El “candidato” fue Milei, y Santa Fe acompañó esa marca nacional. Pero el trabajo territorial y organizativo que se desarrolló en la provincia —coordinado por Diez— fue determinante para capitalizar ese respaldo en estructura política real.
Además, la victoria fue lograda bajo el nuevo sistema de Boleta Única de Papel, que favorece a las figuras conocidas. En ese contexto, la performance libertaria adquiere un valor adicional: venció al poder provincial en su propio terreno, con una boleta corta y rostros poco conocidos.
De la euforia al equilibrio: lo que viene para 2027
El resultado deja a La Libertad Avanza muy bien posicionada de cara a las próximas elecciones ejecutivas. Sin embargo, como advierten algunos analistas del propio espacio, “si estás acostumbrado a la Coca Cola, las burbujas del champagne no deben emborracharte rápido”. El desafío será no sobreactuar el éxito y evitar los errores del triunfalismo.
Para sostener el crecimiento, Diez deberá ampliar su base de sustentación y construir una red política más robusta. En ese sentido, se vuelve necesario abrir canales de diálogo con dirigentes y espacios afines, desde Amalia Granata, Silvia Malfessi y Eugenio Malaponte, hasta algunos secotres de Unidos para Cambiar Santa Fe que se identifican con el ideario libertario.
El armado provincial requerirá equilibrio entre la pureza doctrinaria y la astucia política. La frase que algunos repiten en los pasillos libertarios resume el momento: “sin bajar las banderas, hay que empezar a usar herramientas para lograr el obejetivo de maxima”.
Liderazgo y proyección
Romina Diez sale de esta elección más fuerte que nunca. Consolidó su liderazgo, disciplinó un espacio difícil de contener y se transformó en la principal referente del mileísmo santafesino.
El triunfo en Santa Fe no sólo fortaleció al presidente Milei en el mapa nacional, sino que le dio a Diez una plataforma política inédita para proyectarse hacia 2027.
Pero el poder, como suele recordarse en política, también es una prueba. La diputada libertaria deberá administrar con inteligencia el equilibrio entre la identidad y la expansión, entre la convicción y la negociación. Porque la próxima batalla —la que definirá si el fenómeno libertario se transforma en una fuerza de gobierno provincial— ya comenzó.



