Rosario tuvo este miércoles uno de esos días que quedarán marcados en los manuales de Historia institucional. Pablo Javkin promulgó la Ordenanza de Autonomía Municipal aprobada la semana pasada en el Concejo, y lo hizo con una puesta en escena milimétrica, cargada de símbolos, mensajes y ausencias que hablan tanto del momento histórico como de la temperatura política que atraviesa la ciudad desde que cerraron las elecciones locales de junio. A dos años de los próximos comicios, Rosario empezó a transitar, por primera vez en su historia, el camino de decidir por sí misma.
El acto se realizó en el Monumento Nacional a la Bandera, y lejos de ser un evento protocolar más, fue una postal de poder. Mesa diseñada por Ángel Guido; tintero de Nicasio Oroño; tesis de Lisandro de la Torre; Carta Orgánica Municipal de 1933; medallas históricas del Bicentenario y el Tricentenario. Nada fue casual. La ceremonia buscó trazar una línea directa entre la Rosario que quiso ser autónoma hace un siglo y la Rosario que hoy finalmente lo es en los papeles. La política, como siempre, entró en escena con gestos, silencios y pases de factura que ya anticipan la disputa por el futuro.

Un momento político que no esperó a nadie
Mientras la ciudad se emocionaba con la firma, el tablero político hablaba otro idioma: presencias medidas, ausencias llamativas y un clima de campaña anticipada. Del peronismo sólo asistieron María Fernanda Rey, Lisandro Cavatorta y Julia Irigoitia. La Libertad Avanza exhibió una única representante, Sabrina Prence. Ciudad Futura, gran detractor de la ordenanza en el recinto, no estuvo en pleno: ni Juan Monteverde ni Caren Tepp. Y entre los presentes sorprendió Marcos Corach, pieza clave del perottismo que sigue moviéndose entre líneas con prudencia y olfato.
Pullaro no estuvo, pero sí parte de su gabinete. Un gesto calculado: habilitar el gesto institucional sin pagar el costo político de la foto completa.
El discurso que Javkin quería dar desde hace 20 años
Javkin habló con la garganta apretada y el tono de quien entra a un capítulo de legado. Definió la autonomía como “un sueño de más de un siglo” y “un grito de libertad responsable”. Agradeció a los gobernadores y convencionales que aprobaron la reforma constitucional que abrió la puerta a la autonomía. Y bajó línea política: “Rosario va a decidir por sí misma. Se terminan las tutelas, los trámites anacrónicos y los límites sin sentido”.
Pero también, como suele hacerlo, metió una frase que no pasó inadvertida: habló de “la violencia que nos quitaba la libertad” y apuntó directo a jueces federales involucrados hoy en causas judiciales explosivas. Nombres y apellidos: Salmain y Bailaque. Mensaje interno, mensaje externo y mensaje para el votante que quiere orden pero también justicia.

Qué implica la autonomía… y qué se juega de acá en adelante
La promulgación habilita el ejercicio inmediato de nuevas competencias municipales en temas económicos, administrativos y financieros. Lo técnico es clave, pero lo político es más importante:
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Deuda sin aval provincial. Javkin ya avisó: seis meses menos de trámites es un barrio más con obras.
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Regulación propia. Arbolado, expropiaciones, antenas, contratación y compras públicas.
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Convención Estatuyente 2027. 28 convencionales definirán la nueva Carta Orgánica, el “mini Congreso” local que escribirá la arquitectura institucional de la Rosario autónoma.
Aquí está el verdadero campo de batalla: viceintendencia sí o no; ballotage; elección de concejales por distrito; órganos de control; ética pública; participación ciudadana. Nadie quiere hablar todavía, pero todos ya están armando equipos.
Lo que nadie quiere reconocer públicamente
La foto fue histórica, sí. Pero la política rosarina ya está en otra pantalla. Nadie piensa en 2025 o 2026: todos hablan de 2027.
Y en ese punto, hay un dato que late detrás de cada discurso, cada presencia y cada ausencia: la autonomía no solo cambia competencias, cambia el mapa de poder. Y el que escriba la Carta Orgánica escribirá la Rosario de los próximos 30 años.
Hoy, Javkin se queda con la primera imagen del capítulo. Pero quedan dos años de pulseadas, rosca silenciosa y acuerdos de madrugada antes de que la autonomía sea algo más que una firma sobre una mesa histórica.
El acto de este martes no fue un cierre. Fue un comienzo.
Rosario dejó de pedir permiso. Ahora empieza a hacerse cargo.



