La vicegobernadora de Santa Fe, Gisela Scaglia, vivió este miércoles una de las jornadas más tensas, contradictorias y políticamente significativas desde su llegada a la fórmula santafesina en 2023. En cuestión de horas, transitó entre el escenario nacional del Congreso del PRO en Buenos Aires, donde se debatió nada menos que la intervención del partido en Córdoba por “falta de alineamiento”, y la incomodidad personal de tener que definirse sobre su propio futuro legislativo a partir del 10 de diciembre, fecha en la que debe asumir como diputada nacional.
Scaglia atraviesa una encrucijada que combina presión partidaria, ruptura política interna, malestar nacional y un aislamiento político creciente. Buenos Aires no le perdona haber relativizado la conducción de Mauricio Macri en plena campaña, asegurando que su único líder político era Maximiliano Pullaro. Pero ahora, tras el derrumbe electoral del frente santafesino el 26 de octubre, ni siquiera se habla con Pullaro. Esa relación se quebró el mismo día en que ambos debieron admitir la “pésima elección” que había hecho el oficialismo santafesino en la elección legislativa nacional.
En el PRO la miran con recelo; en Santa Fe, con desconfianza. Y en medio de ese laberinto, la propia Scaglia mantiene algo que en su entorno definen como “una duda existencial”: no sabe si asumir o no asumir la banca en la Cámara de Diputados de la Nación.
Si asume, debe alinearse con el PRO —del cual es presidenta en Santa Fe— y con el bloque que sigue bajo conducción de Cristian Ritondo. Si no lo hace, arriesga una intervención partidaria similar a la que su propio partido decidió impulsar en Córdoba.
Pero si asume y se alinea, rompe definitivamente con Pullaro y con el armado provincial que la llevó a la vicegobernación.
Una canción de Los Palmeras describe con precisión su laberinto emocional y político: “Entre la espada y la pared me encuentro… acariciando un loco sentimiento”. Así está Scaglia: atrapada entre obedecer a su partido nacional o resistir para no dinamitar su anclaje santafesino.
Congreso Nacional del PRO
El miércoles comenzó con Scaglia entrando al Congreso Nacional del PRO en la Ciudad de Buenos Aires. Fue uno de los encuentros más tensos del partido de los ultimos tiempos. Presidido por Mauricio Macri, el cónclave definió avanzar con la intervención del PRO Córdoba, acusando al espacio provincial de haber actuado por fuera de la conducción nacional.
La presencia de Scaglia dentro de esa mesa no pasó inadvertida. Como presidenta del PRO Santa Fe, sabe que una definición incorrecta podría dejar a su propio distrito bajo la lupa. Y más aún después de haber dicho en campaña que su único líder político era Pullaro, frase que cayó muy mal en Capital.
En ese mismo ámbito, Scaglia fue la voz disidente al recordar que ella “no fue candidata del PRO sino de Provincias Unidas”, una forma de justificar por qué no quiere integrarse al bloque amarillo sino al nuevo esquema federal que están construyendo los gobernadores aliados de Pullaro.
Sin embargo, esa misma posición profundizó el enojo de sectores del macrismo que ya venían reprochándole su alineamiento provincial. Y dejó en evidencia la tensión: si no responde al PRO nacional, corre riesgo de intervención.
La fractura con Pullaro ya no es un rumor: es una realidad. Dirigentes del PRO confiaron que Scaglia “no quiere irse al Congreso” y que, si finalmente asume, no le quedará otra que alinearse al PRO o irse del partido.
Un mensaje ambiguo: duda sobre su asunción y apuesta a Provincias Unidas
Antes de ingresar al Congreso partidario, Scaglia habló con la prensa porteña. Allí volvió a dejar en duda su asunción:
“Estamos charlando con el gobernador sobre la construcción de Provincias Unidas”, respondió ante la consulta sobre si ocupará su banca.
Repregunta del periodista: —¿Asume o no asume el 10 de diciembre?
Respuesta:
“Estamos charlando sobre la construcción de Provincias Unidas.”
Es decir: no lo confirmó, pero tampoco lo negó. Mientras tanto, Pullaro ya había asegurado públicamente que ella sí asumiría.
En paralelo, Scaglia insistió en reivindicar al PRO pero sin alinearse del todo:
“Tenemos dirigentes del PRO muy valiosos que siguen comulgando con las ideas que fundamos hace muchos años”.
“La Argentina necesita de nuestras ideas, de una mirada republicana, productiva y reformista”.
Pero cuando se le preguntó por la alianza entre PRO y La Libertad Avanza:
“Yo no hablo de lugares donde no voy a participar.”
Una frase que en Buenos Aires fue interpretada como un intento de correrse del control partidario.
Un final de jornada que deja más preguntas que certezas
Después del plenario, y pese a las presiones cruzadas, Scaglia confirmó en voz alta que el bloque que integrará será el de Provincias Unidas, y no el PRO puro. Pero, aun así, sigue sin confirmar si asumirá su banca.
La incertidumbre se instaló en ambos frentes: El PRO, porque teme perder a otra dirigente clave o, peor aún, intervenir la provincia. Pullaro, porque la fractura interna se volvió visible y con implicancias para 2027. La Legislatura santafesina, porque una salida de Scaglia reconfigura la institucionalidad del Senado. El armado de Provincias Unidas, que necesita volumen pero no puede romper Santa Fe.
El miércoles de Scaglia fue, literalmente, un día bipartido: un pie en Buenos Aires, otro en Santa Fe; una mano en el PRO, la otra en Provincias Unidas; una obligación institucional y una ambición política; una ruptura y una posible alianza nueva.



