El reacomodamiento del mapa político santafesino sigue sumando capítulos. En las últimas horas, el gobernador Maximiliano Pullaro recibió a un grupo de intendentes peronistas que buscan sumarse al armado político que el radical promueve a nivel nacional y regional, a través del llamado «Grito Federal». Se trata de jefes comunales que, alejados de la conducción formal del Partido Justicialista provincial, intentan abrirse paso en el nuevo escenario sin esperar definiciones partidarias.
Los nombres que protagonizan este movimiento no pasan desapercibidos: Amadeo Vallejos (Reconquista), Roly Santacroce (Funes), Horacio Compagnucci (Las Parejas) y el ex intendente de Rafaela, Luis Castellano. Todos tienen en común no sólo su desvinculación práctica con el PJ oficial, sino también cierto desgaste político local que los impulsa a ensayar una nueva estrategia de supervivencia y reposicionamiento.
El gesto de Pullaro no es casual. En su proyecto de ampliar la base territorial de Unidos para Cambiar Santa Fe, el mandatario ya había dado señales claras cuando incorporó a sectores peronistas referenciados con el exgobernador cordobés Juan Schiaretti. De hecho, la exdiputada nacional Claudia Giaccone, dirigente de ese espacio, hoy ocupa un rol clave como coordinadora de la Región Centro.
Ahora, con este nuevo acercamiento, lo que empieza a reconfigurarse es también una interna cordobesista dentro del propio Unidos: mientras Giaccone representa al sector más tradicional de Schiaretti, los intendentes peronistas santafesinos que Pullaro suma ahora están vinculados políticamente a su sucesor, el actual gobernador de Córdoba, Martín Llaryora. Dos líneas que podrían chocar en el intento por ganar espacios dentro del mismo frente.
Movimientos desde el ocaso
Vallejos, Santacroce y Compagnucci —junto a Castellano— no atraviesan su mejor momento político en sus territorios. Las últimas elecciones, los conflictos internos y el desgaste de la gestión han erosionado su capital político. Sin señales claras de renovación dentro del PJ y con una conducción partidaria prácticamente paralizada, decidieron avanzar por cuenta propia hacia una alianza con el gobernador Pullaro.
La apuesta es doble: alejarse de un peronismo encerrado en disputas y reproches, y buscar protagonismo en el armado político que sí muestra movimiento, poder y liderazgo. El riesgo, sin embargo, es alto: la foto con Pullaro puede darles oxígeno, pero también profundizar la pérdida de identidad política frente a sus propios votantes.
Las tensiones en la tropa radical
Otro de los impactos que genera este acercamiento se da puertas adentro de Unidos. En muchas de las ciudades gobernadas por estos intendentes hay dirigentes radicales que han sido opositores firmes y que hoy miran con recelo el gesto del gobernador hacia quienes disputan el mismo poder territorial.
En Funes, por ejemplo, sectores del radicalismo local vienen trabajando para desbancar a Santacroce. Lo mismo sucede en Reconquista y Las Parejas. Para esos armadores, el guiño de Pullaro a sus rivales suena a desautorización. El desafío del gobernador será contener ese malestar sin romper la unidad interna.
Peronismo en loop: liderazgo sin partido, partido sin liderazgo
El peronismo santafesino repite un patrón que ya parece parte de su ADN reciente. En su momento fue Omar Perotti quien concentró el mando sin construir una conducción colectiva. Luego Marcelo Lewandowski, que intentó capitalizar políticamente sin estructura ni partido. Hoy son intendentes sueltos los que se lanzan a negociar con el oficialismo, sin pasar por ninguna instancia orgánica.
Esta sucesión de liderazgos personalizados, desarticulados y tácticos ha dejado al PJ fuera de juego en la mayoría de las discusiones importantes. La cena con Pullaro es apenas el síntoma más reciente de una enfermedad más profunda: la imposibilidad de pensarse como proyecto colectivo.