El cierre de alianzas primero y luego de listas en el peronismo santafesino, lejos de mostrar señales de unidad o renovación, se convirtió en una nueva postal de desconexión política. Una interna que transcurre más en redes sociales que en asambleas, más preocupada por cargos que por construir una alternativa sólida al modelo nacional, y más interesada en alianzas tácticas que en acuerdos estratégicos.
La aparición de un cartel callejero con el mensaje “En octubre tenemos que ganar” dinamitó el frágil equilibrio. Lejos de funcionar como consigna aglutinadora, fue leído como una indirecta directa hacia Agustín Rossi, quien ya lanzó su candidatura y busca liderar la lista de diputados nacionales por Santa Fe. Extraoficialmente la cartelería se atribuye al Movimiento Evita, que impulsa a Eduardo Toniolli para encabezar la nómina. Pero el “Chivo” Rossi no es el único apuntado. Tampoco hay entusiasmo con Toniolli, quien a pesar de su acuerdo con Juan Monteverde —líder de Ciudad Futura y ganador de la elección local en Rosario— no logra generar consenso. Y la figura de Roberto Mirabella, impulsada por Omar Perotti, aparece como una tercera opción en un escenario en el que nadie parece dispuesto a ceder.
Internas que ya no interesan
Mientras el Gobierno de Javier Milei avanza con un plan económico excluyente, que impacta con fuerza en las provincias, el peronismo provincial sigue sin ofrecer una respuesta política clara. Las elecciones municipales del 29 de junio reflejaron la desconexión: solo el 48 % del padrón votó en Rosario, y el 52 % en toda la provincia. Aun así, el frente “Más para Santa Fe” —impulsado por Monteverde— ganó con un magro 30 %. Es decir, votó una minoría de la minoría.
El PJ, que supo ser herramienta de mayorías, está hoy atrapado en una pelea intestina por bancas y espacios. Sin un liderazgo claro y con la imposibilidad de dirimir diferencias en una PASO —como sucedió con la elección de convencionales—, el partido amenaza con llegar a octubre fragmentado.
Las piezas sueltas de una interna que no cierra
Agustín Rossi cuenta con tres atributos: un alto nivel de conocimiento, un voto fidelizado por su cercanía con Cristina Kirchner y una trayectoria sólida en el Congreso. Pero también carga con un techo bajo, escasa transversalidad interna y el desgaste de varios intentos fallidos. Perotti, en tanto, reapareció con fuerza y dejó en claro que no aceptará una lista encabezada por el Chivo. El exgobernador busca instalar a Mirabella, aunque sin candidaturas personales, pero sí con intención de marcar el rumbo. “Nos empujan a jugar por afuera si lidera él”, dicen en su entorno.
Toniolli, por su parte, no tiene intención de ser tercero de nadie. Se apoya en el Movimiento Evita, su banca actual y su cercanía con Monteverde. Pero ni su figura ni su historial electoral entusiasman demasiado fuera de ese microclima.
A este escenario se suma un nuevo factor: la posibilidad de que Ciudad Futura, a través de Monteverde, proponga a Caren Tepp —actual concejala y su pareja— para encabezar la lista. Un movimiento que tensa aún más los equilibrios, tanto en el PJ como en el frente “Rosario Sin Miedo”, donde Evita y Ciudad Futura ya muestran señales de competencia interna.
Un frente cada vez más vaciado
Las disputas no se quedan puertas adentro. Esta semana, el dirigente del Evita Gerardo Rico y el presidente comunal de María Teresa, Gonzalo Goyechea, cruzaron mensajes y acusaciones en redes sociales. La interna, lejos de ser contenida, se expone a cielo abierto con prácticas propias del mileísmo que se busca combatir.
La pregunta ya no es solo quién encabeza. El problema es qué hay detrás. Si la pelea es por nombres sin proyecto, si el objetivo es garantizar un cargo más que representar a los santafesinos, el PJ corre el riesgo de ofrecerle al oficialismo nacional la escena libre de toda oposición. Una cara joven repitiendo las mismas fórmulas no construye alternativa: apenas maquilla el vacío.
¿Y ahora qué?
En un país con crisis social, inflación persistente y una oposición nacional sin consolidar, el peronismo santafesino parece ir en sentido contrario: más dispersión, más ruido interno, menos proyecto común. La falta de PASO, la ausencia de liderazgo, y la primacía de lo táctico por sobre lo estratégico vuelven a poner al partido al borde de una nueva ruptura.
Rossi ya se lanzó. Perotti no quiere quedar afuera. Toniolli no se baja. Monteverde quiere seguir siendo determinante. Y mientras tanto, la ciudadanía, harta, se aleja cada vez más.