En tiempos donde muchos dirigentes del norte santafesino parecen mirar hacia otro lado, Gonzalo Braidot —intendente radical de Avellaneda— volvió a poner a su ciudad en el mapa, y no sólo en el provincial. Tras una gira por Italia, el jefe comunal regresó con acuerdos, proyectos en marcha y un mensaje claro: mientras otros se distraen, él gestiona.
El viaje, que incluyó reuniones en ciudades clave como Udine y Trento, no fue meramente protocolar. Uno de los principales resultados fue la firma del hermanamiento con Udine, capital de la región de Friuli, un acuerdo que no sólo consolida lazos históricos con la inmigración friulana, sino que habilita nuevas posibilidades en términos institucionales, culturales y financieros.
“Este acuerdo nos abre muchas puertas, también en lo financiero”, explicó Braidot, sin esconder su entusiasmo por los resultados de una agenda cuidadosamente diseñada. Pero más allá del gesto diplomático, lo central fue lo que esa firma habilita: iniciativas concretas para el desarrollo rural, la innovación y la formación laboral.
Formación y oportunidades: un puente educativo con Italia
Quizás el anuncio más potente de esta misión europea tiene nombre y apellido: convenio de formación para jóvenes y profesionales de Avellaneda, que permitirá estadías de seis meses en Italia, con posibilidad de prórroga. El objetivo: que quienes viajen puedan capacitarse en áreas como soldadura, gastronomía, oficios y profesiones técnicas, con una mirada aplicada, moderna y productiva.
“La necesidad de mano de obra calificada en Italia es una gran oportunidad para nuestros jóvenes. La idea es que aprendan allá y vuelvan con herramientas que fortalezcan nuestra ciudad”, detalló Braidot. La propuesta, que ya se encuentra en etapa de borrador, apunta a consolidarse en los próximos meses. Y si se concreta, podría convertirse en un modelo replicable para otras localidades del norte santafesino.
La ausencia de los que deberían estar
Mientras tanto, el silencio se vuelve ruido. Legisladores nacionales y provinciales nacidos en el norte, como el senador Orfilio Marcón y el diputado Dionisio Scarpin, no logran —o no intentan— anclar sus agendas en las necesidades urgentes del territorio que los vio crecer. Ni en formación, ni en infraestructura, ni en estrategias para retener talento.