Tras el triunfo de Juan Monteverde en las elecciones del 29 de junio, el peronismo rosarino prepara una ofensiva para hacerse con la presidencia del Concejo Municipal. La movida no solo responde a una lectura política del resultado electoral, sino también a cuestionamientos crecientes sobre la falta de transparencia en el manejo presupuestario del cuerpo legislativo, que preside desde hace seis años la radical María Eugenia Schmuck.
Una tradición que vuelve al centro de la escena
El planteo que encabezan concejales de Más para Santa Fe y Ciudad Futura apela a un antecedente de peso: en 2017, el PRO logró la presidencia del Concejo tras imponerse en las elecciones intermedias, a pesar de que el oficialismo de entonces (PS-UCR) controlaba la Intendencia. En ese momento, el edil Alejandro Roselló asumió la presidencia como expresión de la voluntad popular.
“El que gana conduce”, sostienen desde el entorno de Monteverde, y recuerdan que el intendente Pablo Javkin quedó tercero en los últimos comicios. Para el peronismo, sostener a Schmuck en la presidencia sería desconocer el mensaje de las urnas y persistir en una lógica de poder que no se corresponde con la nueva configuración política de la ciudad.
Un Concejo más parejo desde diciembre
El escenario posrecambio plantea un Concejo con mayor equilibrio de fuerzas. El interbloque de Unidos para Cambiar Santa Fe se reducirá a 11 bancas, mientras que Ciudad Futura y el peronismo sumarán 8 ediles. A ese bloque opositor podrían sumarse aliados clave: el socialista Federico Lifschitz, con críticas recientes a la gestión municipal, y el monobloque de Leonardo Caruana, referente en salud pública.
La incógnita pasa por dos concejalas independientes: Fernanda Rey y Fernanda Gigliani, de posiciones fluctuantes y relaciones tensas con el nuevo eje progresista que promueve Monteverde.
A esto se suma un actor decisivo: La Libertad Avanza, que contará con 6 bancas a partir de diciembre. Su postura será clave para definir una eventual nueva mayoría.
Críticas a Schmuck: opacidad y desgaste
Más allá de la disputa numérica, el cuestionamiento central apunta a la gestión de Schmuck. Desde el varios sectores de la oposición insisten en que, durante su presidencia, nunca se hizo público el presupuesto del Concejo ni el destino de los recursos que maneja el cuerpo legislativo.
“Hace seis años que se administra sin transparencia”, advierten, y aseguran que la falta de control presupuestario fue una constante bajo la conducción de la dirigente radical. En este punto, la eventual llegada del peronismo a la presidencia se plantea también como un compromiso de mayor apertura institucional y control ciudadano.
Los movimientos detrás de escena
En Ciudad Futura señalan que la última sesión del Concejo funcionó como anticipo de una nueva mayoría posible. Un expediente fue aprobado con solo 10 votos oficialistas, mientras que 13 ediles se abstuvieron, entre peronistas, socialistas y progresistas, dejando en evidencia el debilitamiento del oficialismo.
Por su parte, el socialismo marca distancia de la jugada opositora, pero no cierra puertas. “La presidencia se gana con los votos, no por tradición”, advierten. No obstante, reconocen que la gestión de Schmuck podría estar agotando su ciclo.
En paralelo, la presidenta actual intenta revalidar su rol con el argumento del consenso, aunque puertas adentro varios concejales ya cuestionan su estilo de conducción y su concentración de decisiones.
Autonomía municipal: Rosario marca el inicio de un debate que tiene aroma electoral
El avance político de Monteverde
En este escenario, un dato reciente refuerza el crecimiento político del exconcejal y líder de Ciudad Futura: según trascendió, Monteverde habría realizado gestiones clave para que la comisión de Régimen Municipal de la Convención Constituyente —encargada de discutir la autonomía municipal— sesione en Rosario.
La decisión no es menor. El traslado del debate constitucional a la ciudad donde Monteverde se impuso en las urnas representa un logro político significativo. Marca no solo su intención de incidir en los temas institucionales de fondo, sino también su capacidad de negociación en un escenario provincial altamente competitivo. En la oposición interpretan este hecho como “una muestra del peso específico que ha ganado”, y como un argumento más para reclamar el control del Concejo.
¿Qué puede pasar ahora?
En las próximas semanas, el peronismo buscará consolidar un bloque de gobernabilidad que le permita disputar la presidencia. Los números están abiertos y los consensos aún en construcción. Lo cierto es que el Concejo de Rosario se prepara para una reestructuración institucional que podría marcar un cambio de época, con una nueva mayoría que reclame su lugar no solo por los votos, sino por una gestión más transparente y alineada con el nuevo mapa político de la ciudad.