Por Francisco Orell
Presidente de la Asociación Civil para la Cooperación Argentino-China (ACCACh)
La Argentina ha mantenido una relación diplomática continua y en constante crecimiento con la República Popular China desde 1972, lo que suma más de 50 años de colaboración y cooperación mutua. En la actualidad, se observa un fenómeno donde muchos ciudadanos de origen chino han optado por establecer sus hogares y construir sus familias enArgentina. Del mismo modo, un número considerable de argentinos elige China como destino para vivir y desarrollarse, mientras que numerosos actores económicos buscan expandir sus intereses comerciales en ambas direcciones.
Dentro de nuestra institución, consideramos de vital importancia continuar fortaleciendo y ampliando estos lazos, ya que los vínculos sociales, económicos y culturales con China tienen un papel trascendental en el desarrollo sostenible de nuestra nación. Sin embargo, resulta inquietante escuchar los comentarios expresados por Javier Milei, los cuales sugieren la posibilidad de discontinuar o romper los lazos diplomáticos con China. Este tipo de enfoque no solo refleja una comprensión limitada de las complejas relaciones internacionales, sino que también parece estar teñido por un sesgo ideológico que podría comprometer tanto la estabilidad de empleos en Argentina como la pérdida de un mercado significativo y activo para nuestro país.
Surgen preguntas cruciales ante tal perspectiva: ¿Cómo podría Argentina reemplazar a uno de sus principales socios comerciales en medio de la actual crisis? ¿Qué ocurriría con las inversiones realizadas por empresas chinas en nuestro territorio? ¿Y qué sucedería con las inversiones de argentinos en China? Está claro que abordar el vínculo con la República Popular China demanda una estrategia inteligente y de largo alcance, que vaya más allá de la retórica ideológica y se enfoque en el desarrollo y crecimiento de nuestra nación.
Una aproximación prudente implicaría la profundización de los lazos en diversas áreas: académicas, científicas, culturales, deportivas y, por supuesto, comerciales. En particular, se deben explorar oportunidades para colaborar con las economías regionales de Argentina, resaltando sus productos y su rica cultura. Para lograrlo, ampliar las conexiones aéreas sería fundamental, permitiendo un flujo cada vez mayor de turistas procedentes de China.
En este contexto, extendemos una invitación a la reflexión dirigida a Javier Milei, instándolo a considerar las implicancias de sus comentarios y a abogar por el desarrollo de Argentina a través de una diplomacia inteligente y bien pensada. El momento exige un enfoque pragmático que promueva una mayor colaboración y entendimiento entre naciones, en lugar de socavar los avances logrados hasta ahora. En definitiva, el camino a seguir involucra aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la relación con China para el beneficio de ambas partes y para el crecimiento sostenible de la Argentina en el escenario mundial.