Por sexto año consecutivo, Pablo Javkin inauguró un nuevo período de sesiones ordinarias en el Concejo Municipal de Rosario. En un discurso cargado de tensión política y marcado por un balance de gestión que busca sostenerse en medio de la incertidumbre electoral, el intendente abordó dos ejes centrales: seguridad y obra pública. Entre la reivindicación de logros, los contrastes con el pasado reciente y la advertencia de que Rosario no puede volver a estar «aislada», el mensaje de Javkin dejó en claro que el oficialismo local enfrenta un escenario desafiante.
La seguridad: de la crisis al cambio de vientos
Javkin no esquivó la referencia a la situación que Rosario atravesó hace un año, cuando la ciudad quedó paralizada por una seguidilla de ataques vinculados al narcoterrorismo. «Nos encontrábamos bajo uno de los ataques más fuertes de los últimos tiempos», recordó. Sin embargo, el intendente intentó trazar un contrapunto con el presente: «Hoy, apenas un año después, estamos aquí discutiendo obras, proyectos, ideas y acciones».
Respaldado en datos, Javkin afirmó que los homicidios se redujeron en casi un 70% y las muertes por arma de fuego en un 72%. Mencionó la incorporación de patrulleros -de 20 a más de 370- y aseguró que Rosario será la ciudad «más monitoreada del país». Pero el reconocimiento implícito del temor latente quedó en su afirmación: «Sé que no está resuelto, sé que las bandas resisten».
Javkin lanzó críticas a quienes, en el pasado, «dejaron sola a Rosario» y planteó que, con el actual gobierno provincial y nacional, hubo un cambio en la estrategia. «Algunos no tenían la menor idea de cómo enfrentar al narco y otros directamente no querían porque eran socios», disparó, en una clara referencia a gestiones anteriores.
Obras y gestión: la apuesta por un presente tangible
En un contexto político y social convulsionado, Javkin sabe que su administración necesita mostrar resultados concretos. Por eso, anunció un nuevo paquete de 280 obras para sumar a las 333 ya proyectadas. En detalle, la distribución contempla 55 intervenciones en la zona sur, 55 en el sudoeste, 40 en el oeste, 53 en el noroeste, 55 en el norte y 67 en el centro.
La intención es clara: instalar la idea de una ciudad en movimiento, con mejoras en infraestructura urbana, luminarias LED, plazas renovadas y nuevas instalaciones deportivas. «Nos criticaron por las 35 obras del Acuerdo Rosario, nos criticaron por las obras del Tricentenario. Acá tienen 280 más. Critiquen todo lo que quieran, pero dejenme darles un humilde consejo: dejen los celulares, las Mac y laburen», exclamó, en un mensaje directo a la oposición.
La otra gran apuesta de la gestión es el orden fiscal. Según Javkin, el presupuesto municipal tiene «el ahorro corriente más importante de la década» y un superávit financiero estimado en 255 millones de pesos para 2025. «Todo lo que ahorramos lo destinamos a obras», aseguró, al tiempo que defendió la eliminación de tasas y gravámenes para fomentar la actividad económica.
El miedo del oficialismo: entre la incertidumbre electoral y la presión social
A pesar del optimismo que intentó imprimirle a su discurso, Javkin se enfrenta a un panorama político complejo. La tensión por la incertidumbre electoral es un factor ineludible. Si bien destacó la mejora de los indicadores de seguridad y la reactivación económica en algunos sectores, el temor persiste: el desgaste de la gestión, la crisis económica nacional y las dificultades para consolidar un respaldo sólido en el Concejo Municipal son obstáculos a sortear.
En ese contexto, el intendente no dudó en enviar un mensaje político al pedir «autonomía para Rosario». «No queremos tener que esperar más una autorización para hacer lo que nos corresponde. Sabemos lo que hace falta, sabemos lo que nuestros vecinos necesitan. Y si tenemos los recursos y la potestad, vamos a poder hacer aún más», argumentó. La autonomía, según Javkin, es el gran objetivo del tricentenario rosarino.
La gestión como refugio ante un futuro incierto
Javkin cerró su mensaje con una frase que resume su estrategia: «Estamos mejor, no tengan miedo de decirlo». Pero la cuestión central no es si la gestión tiene logros para mostrar, sino si estos son suficientes para sostenerse en un contexto donde el descontento social, la crisis económica y la inseguridad siguen marcando el pulso de la ciudad.
En un año clave para el oficialismo, la apuesta es clara: que la gestión hable por sí misma. Pero en la política, los tiempos electorales tienen una dinámica propia, y el futuro de Rosario no se define solo con anuncios, sino en la percepción diaria de sus habitantes.