La imagen es inquietante. En una causa penal que ya dejó nueve condenados y tiene a dos exjefes policiales sentados en el banquillo, aparece una voz que no se esperaba. O sí. Es la de Oscar Biagioni, presidente del Tribunal de Cuentas de Santa Fe, el órgano encargado de aprobar o rechazar cada peso que circula por el Estado.
El contenido de esa escucha, aportada como prueba por la fiscalía en el juicio por la Causa D4, revela un trato familiar y hasta cómplice con los acusados Omar Odriozola y Rafael Grau, quienes enfrentan cargos por asociación ilícita, fraude al Estado y manipulación del sistema de autopartes de la Policía provincial entre 2015 y 2016.
“Cabezón”, “flaco”, “quedate tranquilo” y hasta insultos hacia los denunciantes. Así habló Biagioni, según surge de los registros judiciales que ahora detonaron una bomba política que ya no puede ignorarse. El diputado provincial Fabián Palo Oliver anticipó que presentará un nuevo pedido de juicio político contra el funcionario, que ya cuenta con una acumulación de causas y antecedentes que lo convierten en un símbolo de impunidad institucional.
Pullaro en el espejo: ¿se investiga todo o se protege a algunos?
El detalle que transforma este caso en un asunto político mayor es que la denuncia original que dio origen a la causa fue realizada por el propio Maximiliano Pullaro cuando ocupaba el Ministerio de Seguridad. Lo dijo él mismo esta semana al declarar como testigo en el juicio que ahora vuelve a escalar. Según contó, recibió un sobre anónimo y decidió judicializarlo.
Sin embargo, ahora el escándalo alcanza a una figura central del sistema de control interno de la provincia, designada y ratificada con apoyos que no se explican solo desde lo técnico. Biagioni fue reelegido en 2021 sin un solo voto de la Asamblea Legislativa y mantiene denuncias por violencia laboral, acoso, discriminación y coacción que duermen en expedientes administrativos y judiciales.
La pregunta que se impone es incómoda: ¿cómo se sostiene una figura así dentro del sistema político santafesino sin el aval —explícito o tácito— del poder que dice combatir la corrupción?
De la fuerza policial al corazón del Estado
La Causa D4 destapó una red de irregularidades en la reparación y provisión de autopartes para móviles policiales. Lo que parecía una trama limitada a uniformados con poder de firma, ahora conecta con oficinas del más alto rango institucional.
Odriozola y Grau están acusados de haber montado un esquema de desvío de fondos públicos, con facturación trucha, arreglos innecesarios y repuestos inexistentes. Hoy, el foco ya no está solo en los hechos delictivos, sino en el entramado de relaciones que los permitió. Y ahí aparece Biagioni.
La escucha telefónica, revelada por los fiscales Ezequiel Hernández y Mariela Jiménez, expone una red de vínculos que desarma la narrativa oficial de tolerancia cero con la corrupción.
El pedido de juicio político que reflota
El diputado provincial Fabián Palo Oliver —autor de un pedido de juicio político anterior que fue bloqueado por la Legislatura— confirmó que insistirá con la remoción del presidente del Tribunal de Cuentas.
“No es nuevo lo que representa Biagioni. Lo nuevo es que ahora hay una prueba concreta, judicial, irrefutable, que lo ubica como parte de un entramado oscuro”, señaló el legislador, quien también apuntó contra el oficialismo por “mirar para otro lado”.
En diciembre, el primer intento fue rechazado sin mayor debate. Hoy, con la causa judicial avanzando, el escenario es distinto. Y el silencio de algunos empieza a hacerse más pesado.
¿Qué puede pasar ahora?
El Gobierno de Maximiliano Pullaro se enfrenta a una disyuntiva incómoda: sostener institucionalmente a un funcionario vinculado a un caso de corrupción o dejarlo caer para evitar que la mancha se propague.
Hasta ahora, el discurso oficial fue el del mérito, la transparencia y el control. Pero cuando la línea entre el denunciante y el encubridor se vuelve difusa, los discursos también se debilitan.
La causa D4 dejó de ser un expediente judicial para transformarse en una prueba política. Y el reloj ya empezó a correr.