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Con la salud de Francisco en vilo, se instala el operativo Cónclave: ¿Cómo se elige al Papa?

El estado de salud del Papa Francisco ha encendido las alarmas en el Vaticano y el mundo católico. El papa fue hospitalizado el 14 de febrero debido a una neumonía bilateral y los medios del mundo siguen el parte médico dia a dia augurando la mejora del líder de la Iglesia católica continúa en estado crítico. Si bien, el último informe indicó una leve mejoría, la posibilidad de un cambio en la máxima autoridad de la Iglesia comienza a tomar fuerza. En este contexto, los protocolos sucesorios y la política interna del Vaticano cobran protagonismo.

Jorge Bergoglio, fue una revolución para el ámbito religioso catolico desde su llegada al papado en 2013, siendo estandarte de serios cambios en la administración y gestión de esta función, como también, en sus declaraciones que abogan siempre por un agenda social y de inclusión. En Argentina, como suele suceder, se infla el pecho cada vez que se habla de Francisco, y provoca un tire y afloje de las banderas partidarias por apropiarse de semejante figura política mundial. 

Es tanto el fervor que provoca tener un Papa argentino, que cada serie, película o material audiovisual que se estrena rompe la taquilla. Las historias basadas en lo que pasa detrás de las organizaciones jerárquicas, antiguas, que esconden misterios culturales desde milenios, y persiguen una doctrina rígida casi infranqueable, captan la atención de todo el público. 

En enero de 2025, se estrenó Cónclave, una película centrada en un cardenal encargado de organizar el evento que decidirá, tras la muerte del Papa, quien comandara el máximo título del clero religioso. La película nominada al Oscar tomará un nuevo sentido ahora que la salud del papa Francisco se encuentra gravemente mermada.     

El protocolo tras la muerte de un Papa

El fallecimiento de un Papa activa una serie de procedimientos establecidos por siglos de tradición. La confirmación oficial del deceso recae en el jefe del departamento de salud del Vaticano y en el cardenal camarlengo, cargo ocupado actualmente por Kevin Joseph Farrell. Este funcionario se convierte en el administrador temporal de la Iglesia y es el encargado de certificar la muerte, sellar las dependencias privadas del Papa y destruir su anillo del pescador, un símbolo de su autoridad, para evitar falsificaciones.

El cuerpo del pontífice es trasladado a la Basílica de San Pedro, donde se lleva a cabo el velatorio público. A diferencia de sus predecesores, Francisco ha dispuesto una ceremonia más sobria, en coherencia con su estilo de vida austero. Su funeral se realizará entre el cuarto y el sexto día tras su fallecimiento, seguido por el entierro en la Basílica de Santa María la Mayor, según su voluntad.

El cónclave: La elección del nuevo Papa

Una vez confirmada la vacante, se inicia un período de entre 15 y 20 días antes de que se convoque al cónclave, el evento en el que los cardenales menores de 80 años eligen al próximo Papa. En esta instancia, los cardenales se reúnen en la Capilla Sixtina y, tras prestar juramento de secreto, inician las rondas de votación. Se requiere una mayoría de dos tercios para consagrar al sucesor de San Pedro.

Durante el proceso, los cardenales están totalmente aislados, sin contacto con el exterior, en un intento por evitar influencias políticas o mediáticas. El resultado de cada votación se comunica a través de la emblemática fumata: negro si no hay acuerdo, blanco cuando se elige al nuevo Papa.

Los posibles candidatos

Son 12 los nombres que, según  la plataforma especializada en el seguimiento de los procesos dentro del Vaticano The College of Cardinals Report, se disparan para competir por el papado, aunque hay algunos perfiles más polémicos en discusión y otros con mayor consenso para continuar el legado de Francisco. 

Entre los nombres que suenan con mayor fuerza se encuentran: Matteo Zuppi: Arzobispo de Bolonia, Italia. Nacido en Roma y con 69 años, Zuppi es una de las figuras más destacadas dentro de la Iglesia Católica italiana; Robert Sarah: Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Originario de Ourous, Guinea, tiene 79 años y una trayectoria internacional relevante; Luis Tagle: Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización. Nacido en Manila, Filipinas, y con 67 años, Tagle es un fuerte candidato gracias a su perfil global; Malcolm Ranjith: Arzobispo Metropolitano de Colombo, Sri Lanka. De Polgahawela, tiene 77 años y es muy respetado en Asia.

 

Pietro Parolin: Secretario de Estado del Vaticano. Nacido en Schiavon, Italia, y con 70 años, Parolin es uno de los nombres más mencionados en las especulaciones papales; Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén; Péter Erdő, Arzobispo Metropolitano de Esztergom-Budapest, Hungría; Willem Eijk, Arzobispo Metropolitano de Utrecht, Países Bajos; Fridolin Ambongo Besungu: Arzobispo de Kinshasa. Proveniente de la República democrática del Congo. Anders Arborelius, Obispo de Estocolmo, Suecia; Charles Bo, Arzobispo de Yangon, Myanmar; Jean-Marc Aveline, Arzobispo Metropolitano de Marsella, Francia.

La duración del Cónclave varía según el tiempo que les tome a los cardenales llegar a un acuerdo sobre el nuevo Papa. En la historia reciente, el Cónclave más corto fue el de 1939, que duró apenas un día y eligió a Pío XII. Por otro lado, el Cónclave más largo de la historia moderna fue el de 1268-1271, que se prolongó durante 33 meses debido a desacuerdos entre los cardenales. Pese a los nombres que pican en punta, el cónclave suele deparar sorpresas, y la elección del nuevo Papa podría recaer en un nombre menos esperado.

La dimensión política del cónclave

Según el derecho canónico, cualquier varón bautizado que sea católico y que no esté impedido por una irregularidad o censura puede ser elegido Papa. Esto significa que, en teoría, incluso un laico podría ser elegido para el cargo. Sin embargo, en la práctica, desde el siglo XIV, todos los Papas han sido elegidos de entre los cardenales de la Iglesia Católica.

La elección de un Papa no es solo una cuestión religiosa, sino también un movimiento político dentro de la Iglesia. Francisco, considerado un Papa reformista y con una fuerte agenda social, ha generado divisiones entre los sectores progresistas y conservadores del Vaticano. Su sucesor podría continuar su legado o representar un giro hacia posiciones más tradicionales.

Los cardenales electores se dividen en distintos bloques con intereses estratégicos. Por un lado, los seguidores de Francisco buscarán un candidato que consolide sus reformas, especialmente en temas como la descentralización del poder eclesiástico y la apertura a cuestiones sociales. Por otro lado, los sectores conservadores intentan recuperar influencia, promoviendo a un candidato que refuerce la doctrina clásica de la Iglesia.

En este último caso, nombres como el del Cardenal Peter Erdő o el Cardenal Robert Sarah, y principalmente el Cardenal Raymond Leo Burke -principal opositor a Francisco-, son los que más adeptos tienen para cumplir con esa premisa. En el caso de buscar alguien de la línea de Bergoglio, el italiano Mateo Zuppi o el canadiense Michael Czerny, son perfiles progresistas y con agenda social, y contarian con el apoyo del actual Pontífice. El Cardenal Pietro Parolin, otro que suena con fuerza, seria un nombre de consenso para los dos frentes en disputa. 

El futuro del liderazgo católico está en juego. La salud de Francisco mantiene en vilo a la Iglesia, mientras que el cónclave se perfila como un escenario de intensa negociación política. La próxima elección definirá no solo el rumbo doctrinal del catolicismo, sino también su impacto en la esfera global, donde el Vaticano sigue siendo un actor de peso. La cuenta regresiva ha comenzado.

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