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Boleta Única de Papel en Santa Fe, un instrumento moderno del que hoy todos reniegan

Desde su implementación en 2011, la Boleta Única de Papel (BUP) ha sido una de las reformas electorales más significativas en la provincia de Santa Fe. Diseñada para mejorar la transparencia y equidad en las elecciones, su impacto ha sido objeto de debate tanto por sus beneficios como por sus efectos no previstos.

Uno de los principales argumentos a favor de la BUP es que reduce el fraude electoral y la manipulación de boletas. Al presentar todas las opciones en una única papeleta y eliminar la necesidad de fiscales partidarios para reponer boletas, se minimiza la posibilidad de robo o extravío de las mismas. Además, el sistema permite una mayor equidad entre partidos al garantizar que todas las fuerzas políticas tengan visibilidad en igualdad de condiciones.

Desde el punto de vista operativo, la BUP también ha facilitado la logística electoral y reducido costos de impresión, ya que se evita la producción masiva de boletas partidarias. Según informes oficiales, el gasto en impresión electoral disminuyó significativamente desde su implementación.

El efecto outsider y la personalización de la política

Uno de los efectos más notables del sistema ha sido la aparición de candidatos provenientes del mundo del entretenimiento, el periodismo y otros ámbitos ajenos a la política tradicional. Figuras como Miguel Del Sel, Amalia Granata y Marcelo Lewandowski lograron instalarse en la escena política santafesina en parte gracias a su reconocimiento mediático previo. 

Los consultores políticos especialistas en campañas electorales, reconocen que un candidato más conocido de movida es más barato en el armado porque ahorra tiempo y recursos en instalar una imagen. Este año, lo vemos aún más reflejado con la aparición de muchas caras conocidas en las elecciones.     

El diseño de la BUP refuerza esta tendencia, ya que el elector se encuentra con una boleta en la que los nombres y rostros de los candidatos son el foco principal. Esto genera una ventaja para aquellos con alta exposición pública, desplazando en muchos casos a candidatos con experiencia política pero menor reconocimiento popular. En estas elecciones, la competencia entre periodistas como Ciro Seisas y Juan Pedro Aleart en Rosario, o Ana Cantiani y Maria del Carmen Luengo en Santa Fe, es un ejemplo concreto de cómo este fenómeno sigue vigente. 

Despolitización del electorado

El predominio de candidatos mediáticos también ha generado preocupaciones sobre la despolitización del electorado. La elección basada en la popularidad puede disminuir el nivel de debate sobre propuestas concretas y reducir el acto electoral a una competencia de imagen. Esto, a largo plazo, podría afectar la calidad de la representación democrática y el compromiso ciudadano con la política.

Los frentes electorales, al desvivirse por tener candidatos mediáticos o conocidos, ponen de manifiesto la crisis de formación y surgimiento de nuevos liderazgos que sean convocantes y tengan valor en los partidos políticos. La boleta única margina así a los militantes políticos con mucho recorrido que no tienen visibilidad, obligando a priorizar y necesitar del refuerzo de los “militantes mediáticos”. 

El sistema también le trajo otro desafío a los partidos políticos con estructuras tradicionales y pequeños. La eliminación del «efecto arrastre» —donde un candidato fuerte en una categoría impulsaba a otros de su mismo espacio— ha fragmentado el voto, debilitando el rol de las listas partidarias y potenciando la elección de candidatos individuales.

Esto ha llevado a un cambio en las estrategias de campaña, con un enfoque mayor en la figura personal del candidato que en la propuesta partidaria. Como consecuencia, algunos partidos han optado por al menos incluir figuras conocidas en algún lugar de las listas para garantizar competitividad electoral, incluso si estos candidatos no tienen un historial político significativo.

A más de una década de su implementación, la Boleta Única de Papel sigue generando debate en Santa Fe. Si bien su impacto en la transparencia electoral es innegable, sus efectos sobre la estructura partidaria y la elección de candidatos pone en duda a sus defensores sobre su funcionamiento a largo plazo. La discusión sobre si este sistema fortalece o debilita la democracia santafesina sigue abierta, y cualquier reforma futura deberá considerar tanto sus beneficios como sus desafíos.

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